Cuando Jesús termino de hablarle a la multitud, él despide a sus discípulos y a la multitud y se aleja para estar a solas en la montaña para hablar con su Padre, como era su costumbre – Mat. 14:22-23; Mr. 6:45-46.
Cuando ya anochecía, sus discípulos bajaron al lago y subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaúm (específicamente a Betsaida – Mr.6:45). Para entonces ya había oscurecido, y Jesús todavía no se les había unido.
Mientras Jesús
terminaba de orar y los discípulos cruzaban el lago, ya en la madrugada, se
desató una fuerte tormenta. Los discípulos tenían dificultad para controlar la
barca y Jesús los alcanza a ver (¿sobrenaturalmente?) desde la montaña. Por lo
cual decide ir al encuentro de ellos – Mr. 6:48. Vemos en este versículo en
Marcos que la intención de Jesús era ‘pasarlos de largo’. Es interesante que
Marcos mencione esto, ya que en la Biblia encontramos otras referencias a que
Dios ‘pasó de largo’. Las 3 menciones en el Antiguo Testamente que se
relacionan con Dios ‘pasando de largo’ están también relacionadas con una
manifestación de Dios mismo y su poder:
1.
Génesis 18:1-3 – Dios
se le aparece personalmente a Abraham y este le pide que no pase de largo. Al
continuar el capítulo vemos que Dios no solo se revela a Abraham, sino que
también le profetiza el nacimiento de su hijo Isaac (a pesar de tener 100 años
de edad) y le consulta sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra.
2.
Éxodo 12:13 – Dios le
avisa a Moisés que pasaría de largo para mostrarle al Faraón su poder y destruir a
los primogénitos y todos los que no estuvieran bajo la protección de la sangre
del cordero.
3.
Éxodo 33:21-23 –
Cuando Moisés le pide a Dios que se le revele a él personalmente, Dios le
advierte que pasará de largo para que Moisés pueda verle.
En estas tres ocasiones
vemos que Dios pasa de largo para revelar quién es y mostrar su poder. Cuando
Jesús entonces decide ‘pasar de largo’ a sus discípulos al caminar sobre el
agua, es claro que su intención es revelarles a sus discípulos una faceta más
de él y de su poder.
Por causa
del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado (Lit. Y se levantó un
fuerte viento). Habrían remado unos cinco o seis
kilómetros (Lit. veinticinco o
treinta estadios.) cuando vieron (disciernen)
que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. Pero él les dijo: «No tengan miedo, que soy yo (Lit. ‘Yo soy’).»
Mientras que Marcos y
Juan solo mencionan que Jesús se acerca a ellos y les calma cuando estos
piensan que era un fantasma, Mateo explica más claramente lo que sucedió entre
el momento en que ven a Jesús caminar sobre el agua y el momento en que él se
sube a la barca. Según Mateo 14:28-33, cuando Jesús les dice a los discípulos que
se tranquilicen porque es él (usando la ya conocida fórmula de ‘yo soy’ que
describe a Dios) y no un fantasma lo que ven, la reacción de Pedro es pedir una
verificación de que es cierto al darle la orden de ir hacia él. Pedro entendía
que si este realmente era Jesús, él podía no solo caminar sobre el agua, sino también
ordenarle a Pedro que caminara sobre el agua y este lo podría hacer. Jesús le
responde a Pedro y le ordena venir hacia él.
Sabemos que Pedro
solía hablar antes de pensar y me puedo imaginar que Pedro de pronto no se
esperaba esta respuesta. Sin embargo, Pedro obedece a la palabra de Jesús y
termina siendo el único de los discípulos que ha caminado sobre el agua
desafiando así la ley de la gravedad. Pedro tuvo la fe que los demás discípulos
no tuvieron y se arriesgó a hacer algo que iba contra toda lógica y ciencia.
Sin embargo, todo fue bien mientras mantuvo su mirada en Jesús, pero tan pronto
como se distrajo mirando alrededor y realizando que había una tormenta a su
alrededor, tiene miedo (Mat. 14:30) y empieza a hundirse. Su reacción es muy
buena – inmediatamente le pide a Jesús que le salve y Jesús lo hace dejándole en
claro que le hizo falta fe, que no debía haber dudado si ya iba muy bien.
Muchas veces nosotros
reaccionamos igual que Pedro: le pedimos a Dios que se revele a nosotros, que
nos hable y nos diga que hacer, a donde ir, en qué servirle, pero cuando Dios
nos responde pidiéndonos hacer algo fuera de la lógica y la razón entonces
actuamos o como los otros discípulos, que se quedaron en la seguridad del bote,
o como Pedro, que caminó sobre el agua, pero dudó tan pronto vio la tormenta
alrededor.
La experiencia de
poder ‘caminar sobre el agua’ cuando Dios nos da una orden es la mejor que
puede uno tener. Nos acerca a Cristo y nos ayuda a crecer en fe y confianza en
él. Pero no es una experiencia fácil. Muchas veces he ‘caminado sobre el agua’
a pesar de las críticas de muchos que cuestionaban la lógica y la razón de mis
pasos, pero cada vez que he obedecido a Dios en los pasos que he dado, la bendición
ha sido increíble. Hebreos 11:1 describe claramente la fe como la garantía, la esencia
de lo se espera, y la certeza de lo que no se ve. Pedro no podía saber si al
poner su pie en el agua este se hundiría o no. La lógica y la ciencia dicen que
sí, pero Pedro tenía que decidir si le creía a la ciencia o a lo que Jesús le
dijo. La relación de Jesús y Pedro fue clave en su decisión. Pedro ya sabía
quién era Jesús y sabía que si confiaba en él todo era posible, aún si iba en
contra de las leyes naturales.
Cada vez que damos un
paso de fe para ir en dirección al llamado de Jesús a ‘caminar sobre el agua’
confiando en él, debemos mantener nuestra mirada en Jesús, sabiendo que solo
podemos caminar sobre el agua por él, más no por nuestras propias fuerzas. Si
desviamos la mirada de él, dejaremos de ver Su poder y comenzaremos a ver las
tormentas a nuestro alrededor. ‘Caminar sobre el agua’ con Jesús es un proceso
de aprendizaje. Las primeras veces tenderemos mucho más a mirar hacia los lados
que hacia Jesús, pero en la medida en que aprendemos a mantener nuestra mirada
más y más enfocada en Cristo, menos duda y temor habrá en nosotros y más
seguridad tendremos al caminar.
Lo bueno de todo, es
que aún si dudamos y empezamos a hundirnos en la tormenta, solo basta pedirle a
Jesús que nos ayude y él inmediatamente está allí para tendernos la mano y
evitar que nos ahoguemos.
Así que
se dispusieron a recibirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla
adonde se dirigían.