Después de esos dos días Jesús salió de allí rumbo a Galilea (pues, como él mismo había dicho [testificado], a ningún profeta se le honra [se valora] en su propia tierra [nativa]).
Después de haber
permanecido dos días con los samaritanos y haber traído la salvación a todo un
pueblo, Jesús continua su camino para Galilea, después de haber sido rechazado
en su propia tierra (Judea). Juan menciona un dicho que Jesús mismo dijo y que
encontraremos después en otros evangelios, que un profeta no es valorado en su
propia tierra. Con ello se refiere a que es más difícil compartirle el mensaje
de salvación a las personas que crecieron con uno y que lo conocen, que con
quienes no saben nada de uno. Este puede deberse a que quienes nos conocen,
también conocen nuestras debilidades y nuestra forma de ser, y al haber crecido
tan cerca de uno, pueden no tomarnos en serio por ello, así lo que digamos sea
la verdad. Un ejemplo es el de José y sus hermanos. A pesar de que José no les
hizo ningún mal a sus hermanos o padres, estos no aceptaban los sueños que
tenía. Muchas veces nuestro mensaje no es aceptado entre los más cercanos,
sencillamente por celos o incomprensión de lo que estamos tratando de decir. Tendemos
a ser más renuentes a ver algo obvio frente a nosotros, que aceptar lo que
digan los de afuera, aunque sea el mismo mensaje.
Cuando llegó a Galilea, fue (bien) recibido por (todos) los galileos, pues éstos habían visto personalmente (discernido) todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta (de la Pascua), ya que ellos habían estado también allí (ido a la fiesta).
Vemos acá la diferencia: los galileos, que no eran el pueblo de Jesús,
si le aceptan bien, pues habían visto y entendido lo que Jesús había hecho
durante la fiesta de Pascua. Ellos no tenían recelos ni razones para envidiar o
desconfiar de Jesús, por lo cual sus corazones estaban más abiertos a recibir
el mensaje.
Y volvió otra vez (Jesús) a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. (y) Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. Cuando este (hombre) se enteró de (escuchó) que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar (curar) a su hijo, pues estaba a punto de morir.
Jesús vuelve al lugar de su primer milagro y allí las personas comienzan
a buscarlo. La fama de Jesús ya le precede. Es interesante, que en esta ocasión
se trata de un funcionario de alto nivel, quien viene a suplicar por la vida de
su hijo. Por la respuesta que Jesús le da…
(Le dijo Jesús a él. A menos que vean marcas/indicaciones y prodigios no van a tener fe) —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios —le dijo Jesús.
… podemos deducir que el funcionario acude a Jesús sin creer realmente
en él, tal vez en un acto de desespero para salvar a su hijo. Otro ejemplo más
de que las sanidades o los milagros no requieren que la persona que necesita el
milagro tenga fe, sino de Jesús únicamente.
—Señor —rogó (dijo) el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo (niño).
—Vuelve a casa (sigue tu camino), que tu hijo vive —le dijo Jesús—.
El funcionario le pide a Jesús que vaya con él, pero Jesús se niega y sencillamente le dice que vaya, que su hijo está bien.
El hombre creyó lo que Jesús le dijo (tuvo fe en la palabra que Jesús le dijo), y se fue (siguió su camino). Cuando (Mientras) se dirigía a su casa, sus siervos (esclavos) salieron a su encuentro (se encontraron con él) y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo (diciéndole: tu niño vive). (Cuando) les preguntó (entonces) a qué hora había comenzado (su hijo) a sentirse mejor, (y) le contestaron:
Vemos acá que la
respuesta de Jesús genera en el hombre un primer paso de fe: el cree en lo que
Jesús le ha dicho, aunque no ha visto el resultado. Jesús da una palabra
primero, y él hombre tiene la opción de creerla o no, pero como veremos ahora,
la sanidad había ocurrido antes de que el hombre creyera la palabra de Jesús.
Al encontrarse con sus esclavos, estos le comentan que su hijo ya estaba bien.
Esto debió haber alegrado y sorprendido al hombre, por lo cual indaga por la
hora en que todo ocurrió…
—Ayer a la una de la tarde (Lit. a la séptima hora) se le quitó (le dejo) la fiebre (la inflamación).
Entonces el padre se dio cuenta de (supo) que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Así que (y) creyó (tuvo fe) él con (y) toda su familia (gr. oikos: hogar, todos los que viven bajo el mismo techo: familia + trabajadores).
… todo sucedió en el momento en que Jesús pronunció la palabra, antes de
que el hombre incluso hubiera creído en lo que Jesús dijo. Esto hace que al
final todas las personas que vivían bajo el mismo techo del funcionario,
familia, esclavos y empleados, tengan fe en Jesús. Es aquí donde se menciona
que realmente tuvo fe; antes solo había creído en la palabra dicha por Jesús,
ahora creía completamente en él.
Ésta fue la segunda señal (indicación) que hizo Jesús después de que volvió de Judea a Galilea.
Según esto, este fue el segundo milagro de Jesús, después de regresar
de Judea a Galilea, lo que nos muestra que Jesús no usaba mucho las señales todavía,
sino que estaba más enfocado en el mensaje mismo durante este momento de su
ministerio.
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