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viernes, 1 de agosto de 2014

Juan 6:1-15 – Jesús multiplica los alimentos sobrenaturalmente

Después de todas las cosas que ya Jesús había explicado, él y sus discípulos comienzan a recorrer varios lugares haciendo la obra de Dios y declarando las buenas nuevas de salvación.

Este pasaje se encuentra también en Mateo 14:13 al 21, Marcos 6:32 al 44 y Lucas 9:10 al 17. Para una mejor comprensión del mismo, sugiero leer estos textos paralelos.

(Después de estas cosas…) Algún tiempo después, Jesús se fue (cruzó) a la otra orilla del mar de Galilea (o de Tiberíades). Y mucha gente (una gran multitud) lo seguía (le acompañaba), porque veían (discernían) las señales milagrosas que hacía en los enfermos.

De acuerdo al texto en Mateo, Jesús va a este sitio después de escuchar sobre la muerte de Juan el Bautista, quién había sido decapitado por Herodes. Allá lo encuentra la gente después de estar buscándolo por todo lado.

De acuerdo a Marcos y Lucas Jesús se retira a este sitio después de que los discípulos habían regresado de una misión que él les había encomendado.

Mucha gente empezó a seguir a Jesús y sus discípulos. ¿Por qué le seguían? ¿Cuál era la motivación para seguirle? De acuerdo a lo que vemos acá, vemos que le seguían por las señales que hacían, pero no porque estuvieran convencidos de que era el Hijo de Dios.

Muchos supuestos creyentes en las iglesias cristianas hoy en día son iguales. Siguen a pastores, líderes y supuestamente a Jesús, pero lo único que esperan es recibir su milagrito, pero no asumir un compromiso con Dios.

La diferencia entre la multitud y los discípulos consistía en que estos últimos seguían a Jesús porque estaban plenamente convencidos de que este era el Hijo de Dios, porque habían sido llamados por él a seguirle y porque no esperaban algo a cambio fuera del privilegio de ser entrenados por él.

Es triste que hoy en día muchas personas que se llaman a sí mismas cristianas, realmente no estén interesadas en seguir a Cristo mismo, sino que solamente andan detrás de sus milagros y bendiciones. Es por eso que la iglesia se ha corrompido. Si los que se llaman a sí mismos creyentes de Jesucristo entendieran que Cristo es más importante y central que los milagros y bendiciones que podamos obtener de él, y si entraran en una relación íntima y personal con él, entonces veríamos no solo milagros ocurrir, sino principalmente vidas, hogares, empresas, iglesias, ciudades y países cambiados, y experimentaríamos el avivamiento que tanto anhelamos.

Entonces subió Jesús a una colina (montaña) y se sentó con sus discípulos. Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua. (Estaba cerca la Pascua, el festival de los judíos).

Había pasado ya aproximadamente un año desde la primera visita de Cristo a Jerusalén después de su bautismo. Jesús usa este tiempo para enseñarle a la multitud sobre él y lo que los profetas habían dicho de él, pero también sobre cómo llevar una vida que agrada a Dios, como podemos ver en las referencias paralelas de este pasaje, y que se encuentran en los otros evangelios.

Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, le dijo a Felipe:
—¿Dónde vamos a comprar (mercar) pan para que coma esta gente (coman estos)?
Esto lo dijo sólo para ponerlo a prueba (hacer un test, evaluar), porque él ya sabía lo que iba a hacer.

Jesús alza los ojos y ve a toda esta gente viniendo hacia él, deseosos de escuchar lo que tiene que decir, con mucha hambre y sed espiritual, y entonces decide usar este momento para poner a prueba a Felipe. Los demás discípulos estaban allí presentes también, por lo cual el test seguramente era para todos ellos simultáneamente.

De acuerdo a Marcos, Jesús tiene compasión de ellos y comienza a enseñarles muchas cosas. De acuerdo a Lucas y Mateo les enseña sobre el reino de Dios y también sanó a los enfermos.

¿Por qué testea Jesús a Felipe, especialmente si él ya sabía qué hacer? Jesús quería mostrarles a sus discípulos como actúa la fe. Esta era una lección más de su entrenamiento con ellos.

¿Cómo es que Jesús ya sabía qué hacer? Como hemos visto en los capítulos anteriores, Jesús hacia lo que veía al Padre hacer. Él ya había visto al Padre, ya sabía que Dios iba a proveer de esta forma.

—Ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan (Lit. Doscientos denarios de pan no serían suficientes) para darle un pedazo a cada uno (para que cada uno tenga un pedazo chiquito) —respondió Felipe.

¿Qué denota la respuesta de Felipe? La respuesta de Felipe se basa en la situación actual y la razón: sencillamente no alcanza la plata. Felipe demuestra que todavía no comprende el poder creador de Dios y razona según su mente y experiencia humana. Él no comprende que existe un mundo sobrenatural que no se rige por las leyes naturales.

Muchos cristianos son como Felipe, no creen que Dios pueda hacer algo sobrenatural y tratan de explicar todos los posibles milagros de manera natural, usando la razón. Pero como veremos, hay milagros que no tienen una explicación natural.

Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo:
—Aquí hay un muchacho (niño pequeño) que tiene cinco panes de cebada y dos pescados (ya preparados y cocidos), pero ¿qué es esto para tanta gente?

Vemos que Andrés tiene otra reacción diferente. Él trae a un niño que tiene algo de comida. ¿Qué demuestra la intervención de Andrés? No sabemos si Andrés creía que algún milagro podría suceder, pero si vemos que por lo menos estaba abierto a que algo sobrenatural sucediera, pues trae al niño aunque reconoce que en lo natural, lo que tienen a mano no alcanzaría para todos. ¿En qué se diferencia con la respuesta de Felipe? Felipe actúa más guiado por la lógica a la razón; Andrés en cambio demuestra que a pesar de que la razón y la lógica son importantes, se le debe dar un lugar a lo sobrenatural, para así poder vivenciarlo.

¿Qué papel juega el niño en todo esto? ¿Cuál es su actitud? Aunque este pasaje no menciona de donde salió este niño, ni como llego Andrés a enterarse de que el niño tenía los panes, personalmente creo que el niño al escuchar el dilema de los discípulos, pudo ser quien ofreciera lo que tenía a la mano. ¿Por qué ofrece él lo que tiene? Al observar a los niños y a mis propias hijas he notado que la mayoría de las veces los niños responden ante una necesidad ofreciendo inmediatamente algo para ayudar a solucionar las cosas, sin esperar nada a cambio, sin siquiera saber si lo que ofrecen sirve o tiene lógica. Pienso que acá pudo haber pasado lo mismo: el chico escucho que tenían ese dilema y recordó que tenía algo de comida consigo, así que en su deseo la ofrece para ayudar, sin pensar en la lógica de ello. Él sencillamente tiene fe, en que lo que está ofreciendo sirve para ayudar. Esa es la fe de la que Jesús habla como necesaria para entrar al reino de los cielos.

—Hagan que se sienten (se recuesten) todos (los seres humanos) —ordenó Jesús.

¿Cuál es la respuesta de Jesús ante las reacciones de ellos? Jesús sencillamente sigue adelante y actúa como si todo ya estuviera resuelto, y ordena que todos se sienten como para comer.

En ese lugar había (existía) mucha hierba (vegetación). Así que se sentaron (recostaron), y los varones adultos eran como cinco mil.

Como había mucha vegetación, era un buen sitio para recostarse para el ‘picnic’. Habría buena sombra y estarían cómodos. En ese entonces las personas se recostaban para comer. Había allí 5000 hombres según este pasaje, más las mujeres y los menores, ósea que en total podrían haber sido aproximadamente unas 12 a 15mil personas. Lo interesante de esto es que Jesús jamás los convocó acá, ni anunció una gran campaña de evangelismo y sanidades, ni nada similar. Esta gente sencillamente seguía a Jesús por quién él era y porque tenían hambre y sed del alimento espiritual que él ofrecía. En todas las oportunidades que Jesús tuvo con multitudes para formar un gran movimiento y una mega-iglesia, jamás uso una de estas circunstancias para ello. En cambio uso un momento en privado con sus discípulos para establecer su iglesia (su eclesia). Jesús nunca pretendió que la iglesia fuera una institución con cientos de personas, él deseaba un pueblo, una comunidad enfocada en él y no en sus bendiciones.

Jesús tomó entonces los panes (moldes de pan), dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados (recostados) todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.

¿Por qué reparte Jesús los panes y los peces? Jesús sigue entrenando a sus discípulos al mostrar su liderazgo de servicio. Probablemente no repartió solo los panes; sus discípulos seguramente ayudaron, pero vemos acá que Jesús toma la iniciativa de repartir, mostrando que él no vino a ser servido, sino a servir. Comparado con las mega-iglesias, ¿cuántos de esos pastores y líderes se habrían bajado de su podio a servirles a las personas? En mi experiencia personal diría que ninguno lo habría hecho… para eso están los ujieres.

Una vez que quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos:
—Recojan (recolecten) los pedazos que sobraron (sobreabundaron), para que no se desperdicie (dañe) nada.

¿Por qué pone Jesús a los discípulos a recoger sobrantes? Jesús seguramente desea que sus discípulos sean los primeros en reconocer el milagro de primera mano para edificar la fe de ellos al darse cuenta que Dios había multiplicado los alimentos. Ellos y el niño eran los únicos que sabían hasta ese momento de los 5 panes y los 2 peces.

Es interesante también notar que a Jesús le preocupa que existan desperdicios y que se dañe la comida sobrante. ¿Por qué? Dios no desperdicia nada. No sabemos qué uso se le dio acá a las sobras, pero podemos imaginar basados en la naturaleza y el carácter de Dios, que algo se le debió haber devuelto al niño que dio de lo suyo y que otra parte debió haber ido a quienes no tenían nada.
Veo otra cosa más en este pasaje. A pesar de que Jesús vivía ‘por fe’, no vemos que pida alguna ofrenda o diezmo de ningún tipo. En ningún momento durante todo su tiempo de ministerio Jesús pidió ofrendas o diezmos para financiar su ministerio. Sabemos que parte de su ministerio se financiaba con lo que él mismo había ganado como carpintero y que otra parte eran ofrendas voluntarias, no públicas, no pedidas, de algunas de las mujeres que le seguían.

Así lo hicieron (recolectaron entonces todo), y con los pedazos de los cinco panes de cebada que les sobraron (sobreabundaron) a los que habían comido, llenaron (completamente) doce canastas (pequeñas).

¿Qué pasó con los sobrantes? Después de recogerlos seguramente se le devolvió algo al niño y el resto posiblemente se les habrá dado a los pobres y quienes tuviesen necesidad.

¿Cuál fue el milagro? El milagro fue de provisión. Jesús demostró que Dios puede proveer todo lo que necesitemos, que de lo poquito que tengamos y que pongamos a Su disposición, Él puede hacer tan abundantemente, que sobreabundará, no solo satisfaciendo nuestra necesidad, sino dejando suficiente como para dar de lo que sobreabunde a otros.

¿Qué quería enseñar Jesús con este milagro? Creo que tanto al pueblo como a los discípulos quería enseñarles que podían confiar plenamente en él y descansar en la esperanza de que él siempre tiene todo bajo control.

¿Con qué milagro en el Antiguo Testamento podía ser comparado? Con el del maná durante los 40 años en el desierto. Tampoco había suficientes alimentos, pero Dios hace un milagro proveyendo lo que necesitaban para cada día. El objetivo era también que Su pueblo aprendiera a confiar completamente en él para todo lo que necesitaran.

Al ver (aquellas personas) la señal que (Jesús) había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad (verdaderamente) éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.»

¿Cuál fue la reacción de la gente al ver el milagro? Las personas allí reconocen que ese milagro solo puede haber sido hecho por el Mesías que tanto esperaban. Sin embargo, es interesante que ellos no reconocen en Jesús al Hijo de Dios, sino que le ponen en la categoría de un profeta. Es por ello que no entienden realmente a lo que vino Jesús y confunden las cosas come vemos en el pasaje siguiente…

Pero Jesús (Por ende Jesús), dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo (hacerlo) rey (soberano), se retiró de nuevo a la montaña él solo.

¿Cómo reacciona Jesús ante la gente? Las personas pensaron entonces que el Mesías que venía, estaba allí para liberarlos del yugo romano, y por ende pensaron que si Jesús era ese Mesías o profeta esperado, entonces él al ser declarado rey por ellos, probablemente reuniría a un gran ejército para pelear contra los romanos y librarlos de ellos. Por ello Jesús decide irse y permanecer solo un tiempo.

¿Qué estaba mal en lo que la gente pensaba hacer? Es triste que a pesar de seguir constantemente a Jesús y haberle escuchado en varias ocasiones hablar de sus verdaderos propósitos y de lo que para él era el reino de Dios, la gente siguiera sin darse cuenta que Jesús estaba hablando de un reino espiritual y de una libertad de un yugo no físico.

¿Por qué Jesús se va solo a la montaña? Jesús seguramente quiere pasar tiempo a solas con su Padre, como era su costumbre, y de seguro también para lidiar con los sentimientos que pudieran haberse generado al verse exaltado por la multitud. Él necesitaba volver a enfocarse en su misión y pasar tiempo en conversación con su Padre para estar seguro de cómo seguir adelante. Nosotros deberíamos tener la misma actitud de Jesús, de estar siempre, aun (o especialmente) después de un momento espiritualmente fuerte, enfocados en lo que el Padre nos quiera decir y en la misión que él nos ha encomendado.

¿Qué hacen los discípulos mientras tanto? Por el pasaje siguiente podemos deducir que los discípulos no acompañaron a Jesús a la montaña. Posiblemente ellos se quedaron atendiendo a la gente y encargándose de entregar los sobrantes a quienes Jesús les hubiera encomendado. 

viernes, 18 de julio de 2014

Juan 5:31-47 – Jesús y su testimonio

Jesús continúa hablándoles a los religiosos judíos y explicándoles su testimonio y autoridad.


»Si yo testifico en mi favor (a través de mi), ese testimonio no es válido (verdadero). Otro es el que testifica en mi favor (a través de mi), y me consta que es válido (y sé que es verdadero) el testimonio que él da de mí.

Jesús deja claro que él no tiene que dar testimonio de sí mismo, sino que ya otro –Dios el Padre- ha dado testimonio de él y ese testimonio es verdadero. Con esto Jesús hace referencia a las cientos de profecías bíblicas de las cuales los judíos tenían su esperanza en un Mesías.

»Ustedes enviaron a preguntarle a Juan, y él dio un testimonio válido (de la verdad). Y no es que acepte yo (recibo, tomo) el testimonio de un hombre; más bien lo menciono (digo estas cosas) para que ustedes sean salvos (liberados, protegidos). Juan (Él) era una lámpara encendida y brillante, y ustedes decidieron (escogieron, prefirieron) disfrutar de su luz por algún tiempo.

Les recuerda también que ellos mismo le habían preguntado a Juan sobre Jesús, y que este había dado testimonio de él. Pero Jesús declara que él no se basa en el testimonio de seres humanos, sino que lo menciona con el único propósito de darles salvación y libertad en él mismo, y que estuvo bien que durante algún tiempo hubieran buscado la luz en él.

»El testimonio con que yo cuento (tengo) tiene más peso (es mayor) que el de Juan. Porque esa misma tarea (las obras) que el Padre me ha encomendado (dado para) que lleve a cabo (complete), y (las mismas obras) que estoy haciendo, es la que testifica (dan testimonio de mi) que el Padre me ha enviado. Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor (sobre mi). Ustedes nunca han oído su voz, ni visto su figura, ni vive (contiene vida) su palabra (gr. logos) en ustedes, porque no creen en aquel a quien él envió.

Pero Jesús ofrece más de lo que Juan podía ofrecer, y las mismas obras que Dios el Padre le ha encomendado a él y que él ha hecho, son las que dan testimonio de él y declaran que Dios el Padre ha sido quién le envió. Además les declara que no saben quién es Dios realmente, pues ni han querido escuchar su voz, ni quieren que las palabras de él habiten en ellos, sencillamente porque tampoco creen en Dios Padre.

Ustedes estudian con diligencia (o: Estudien, investiguen) las Escrituras porque piensan que en ellas hallan (contienen) la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor (sobre mi)! Sin embargo, ustedes no quieren (escogen, prefieren) venir a mí para tener (contener) esa vida.

Jesús les ordena estudiar, investigar los escritos que ya tienen porque ellos saben que allí está contenida la vida eterna, y porque esos mismos escritos dan testimonio de Cristo. Pero, a pesar de saber esto, ellos no quieren ir a Jesús para recibir esa vida.

»La gloria humana no la acepto (tomo), pero a ustedes los conozco, y sé que no aman realmente a Dios (Lit. no tienen (contener) el amor (gr. agape) de Dios en sí mismos).

Jesús no acepta la honra de humanos y conoce a los oyentes bien, y sabe que ellos en realidad no tienen el amor incondicional de Dios en ellos. Solo aman demandando, esperando condiciones, por lo cual no pueden ver la verdad.

Yo he venido en nombre (en la autoridad y carácter) de mi Padre, y ustedes no me aceptan (reciben, toman); pero si otro viniera por su propia cuenta (en su propio nombre), a ése sí lo aceptarían (reciben, toman). ¿Cómo va a ser posible (pueden, son capaces) que ustedes crean, si unos a otros se rinden (toman) gloria pero no buscan (con ansias) la gloria que viene del Dios único?

Por eso, aunque Jesús vino en la autoridad y el carácter de Dios, ellos no le aceptan. Pero si aceptarían a cualquier ser humano que viniera en nombre propio a levantarse como dios sobre ellos. Y así no pueden creer, porque solo se rinden gloria unos a otros y no buscan ansiosamente la gloria que solo viene de Dios.

Esto todavía se ve mucho en la iglesia con los religiosos. Ellos solo buscan figurar, ser los primeros y no realmente una relación con Dios. Por eso no pueden creer realmente, pues su vista está nublada por las bendiciones que quieren y pueden obtener.

»Pero no piensen que yo voy a acusarlos (cargarles alguna ofensa) delante del Padre. Quien los va a acusar es Moisés, en quien tienen puesta su esperanza (confianza). Si le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creen lo que él escribió (sus enseñanzas), ¿cómo van a creer mis palabras?

Ahora, Jesús les conoce bien, y antes de que alguno de ellos dijera que él solo decía esto para acusarles, él les deja claro que no tiene necesidad de ello, pues las mismas creencias que ellos tienen al endiosar al Moisés, esas mismas les van a acusar ante Dios, pues Moisés escribió claramente sobre Cristo, pero ellos no creen ni siquiera lo que él escribió.

La última pregunta es una pregunta de coaching que Jesús usa… ¿Cómo esperan poder creer en mí (en Jesús), si ni siquiera le creen a quienes escribieron de él? Muchas personas hoy en día se escudan en las malas acciones de algunos cristianos de nombre para alejarse de Dios y decir que no vale la pena estudiar la Biblia, que ellos pueden creer en Dios sin necesidad de la Biblia, que como la ciencia no ha podido probar muchas cosas, la Biblia es solo un libro de fábulas y cuentos bonitos. Allí aplica la misma pregunta: ¿Cómo esperan conocer y creer en Jesús, sin creer en lo que su Palabra dice?

viernes, 27 de junio de 2014

Juan 5:1-17 – Jesús y el legalismo sobre el día de descanso

Continuamos con otro de los milagros de sanidad hechos por Jesús, pero esta vez el punto principal del pasaje se enfoca en el legalismo de los religiosos en cuanto al día de descanso (sea el sábado o el domingo).

Algún tiempo después, se celebraba una fiesta (festival) de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo es Betzatá.

Jesús asiste a otra de las festividades judías. El autor no nos aclara cuál de ellas, pero implicaba que Jesús fuera a Jerusalén de nuevo. Al entrar a Jerusalén por una de las 12 puertas de la muralla, la puerta de las Ovejas, por la cual lo pastores sacaban regularmente sus ovejas a pastar, pasa al lado de una estanque muy conocido. Es interesante que Jesús escoja esta entrada, pues él es conocido como el Buen Pastor después.

En esos (pórticos) se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos se encontraba un hombre inválido (enfermo) que llevaba enfermo (allí) treinta y ocho años.

Este estanque estaba rodeado de pórticos en los cuales se hacían muchos enfermos con la esperanza de ser sanos. La tradición decía que de vez en cuando bajaba un ángel de Dios y revolvía el agua, y que cuando esto sucedía, la primera persona en llegar al agua y sumergirse en ella, esta era sanada. Entre estos enfermos estaba un hombre que llevaba 38 años allí, esperando por una oportunidad.

Cuando Jesús lo vio allí, (tirado en el suelo), y (se enteró de) que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó:

—¿Quieres quedar (ser hecho) sano?

Jesús ve a este hombre y se entera de su situación, y a pesar de todo hace una pregunta que para nosotros es completamente ilógica: ¿Quieres ser sano? ¿Por qué pregunta Jesús esto? ¿Acaso no es obvio que este hombre necesita ser sano? Puede que si sea obvio, pero la pregunta de Jesús va más allá. Jesús quiere atender la necesidad real de este hombre, no una necesidad superficial. Este hombre llevaba 38 años ahí y aparentemente no había hecho mucho esfuerzo por entrar en el estanque. ¿Realmente quería ser sano? ¿O ya se había dado por vencido?

—Señor —respondió (el hombre impotente)—, no tengo a nadie (a ningún hombre) que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo (estoy llegando), otro se mete antes.

—Levántate, recoge tu camilla (colchoneta, colchón) y anda (camina) —le contestó Jesús.

La respuesta de este hombre es una evasiva. Él no responde si o no, sino que se excusa en por qué a pesar de estar tanto tiempo allí, no ha sido sanado. Este hombre pone su mirada en las circunstancias alrededor y se excusa en ellas. La pregunta de Jesús logra que el hombre demuestre que se ha dado por vencido hace mucho tiempo. Pero Jesús no se ha dado por vencido con él, y sencillamente le ordena que se levante, coja su colchoneta y camine. Este hombre no mostró señales de tener algún tipo de fe en que este hombre, que le estaba dando esa orden, o que Dios mismo le fueran a sanar. Él ni siquiera pide por la sanidad.

Al instante (E inmediatamente) aquel hombre quedó (fue hecho) sano, así que tomó su camilla (colchón, colchoneta) y echó a andar.

Con la sola orden de Jesús este hombre queda sano y obedece a Jesús. Algo debió haber notado este hombre en su cuerpo, que le hizo obedecer a Jesús y caminar. Otra vez vemos que fue la fe de Jesús la que sano al enfermo, no la del enfermo.

Pero ese día era sábado (Hr. Shabbath: el día de descanso). Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado (Gr. Therapeuo: librado de enfermedad):

—Hoy es sábado (día de descanso); no te está permitido (no es correcto) cargar tu camilla (colchón).

En la tradición judía el día de descanso (sábado para ellos, domingo para los cristianos ahora) nadie debía trabajar ni hacer alguna labor que implicara esfuerzo de algún tipo. Por eso, cuando los judíos religiosos ven a este hombre cargando su colchón, estos le llaman la atención. Los religiosos no muestran la más mínima misericordia, ellos solo se interesan en que las reglas se cumplan.

—El que me (hizo sano) sanó me dijo: “Recoge tu camilla (colchón) y anda (camina)” —les respondió.

—¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron (interrogaron).

El que había sido sanado (curado) no tenía idea de (no sabía) quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente (multitud) que había en el lugar (allí).

Aquí vemos que la persona sanada no solo no tenía una fe o expectativa personal para ser sana específicamente, sino que además ni sabía quién era Jesús. No lo conocía y aparentemente tampoco había escuchado de su fama. También nos damos cuenta que Jesús no hace el milagro buscando reconocimiento público, sino que inmediatamente después de sanar al enfermo, se escabulle y no busca llamar la atención de ninguna manera.

Después de esto Jesús lo encontró en el templo (todo el precinto del templo) y le dijo:

—Mira, ya has quedado (sido hecho) sano. No vuelvas a pecar (errar el blanco), no sea que te ocurra (sea hecho) algo peor (más grave, más malo).

Jesús no solo le dio la sanidad a esta persona, él va y lo busca después para darle también la salvación. El objetivo de Jesús, una vez más, no es solo la sanidad de alguien, sino la salvación de alguien. Vemos que entonces lo busca y lo encuentra en el precinto del templo, probablemente el patio exterior, que era el único sitio donde la gente común y corriente podía estar. Allí lo confronta con su pecado (no sabemos cuál, pues no se menciona) y le deja claro que no debe seguir errando para que no le ocurra algo peor. Jesús básicamente le llama al arrepentimiento.

El hombre se fue e informó (anunció) a los judíos que Jesús era quien lo había sanado.

Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas (por aquellas cosas que) en sábado.  Pero Jesús les respondía:

—Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.

Este hombre realmente no sabía mucho de Jesús, por lo cual no vio problema en ir a dónde los religiosos que le habían interrogado a decirles quién le había sanado. Vemos que esto solo aumenta el odio de los religiosos ante Jesús, pues él sencillamente hacía cosas que en su legalismo estaban prohibidas, sin tener en cuenta ni la misericordia, ni el amor de Dios. Una de ellas era sanar en el día de descanso. Jesús después explica que el día de descanso es necesario, pero que no significa que por ello no podemos hacer el bien. Los religiosos solamente ven las reglas, pero no las necesidades de los demás.

Hoy en día es similar, cuando a alguien se le juzga por no asistir a la iglesia todos los domingos, sino tomar tiempo para el descanso y para su familia, o para visitar a alguien que está en necesidad. Si entendemos que la iglesia no es un lugar, sino que somos nosotros, y que la iglesia está en donde dos o tres están reunidos en el nombre de Cristo, entonces sabemos que no importa tanto la actividad que hagamos en el día de descanso, sino el enfoque que tengamos. Recordemos sin embargo, que Dios instituyo el descanso regular semanal como parte importante de nuestras vidas, y dio ejemplo el mismo al descansar. Tanto la Biblia como los médicos concuerdan que es importante para nuestro cuerpo el descanso, pero el descanso no es excusa para dejar de hacer la obra del Padre: sanar y salvar a quienes lo requieran.

sábado, 21 de junio de 2014

Juan 4:43-54 – Jesús sana, con el objetivo que hogares sean transformados

Con el pasaje siguiente comienzan una serie de historias de diversos milagros hechos por Jesús y de los cuales podemos no solo aprender más sobre la naturaleza y el carácter de Dios, sino también mucho sobre la forma en que Jesús obró al servir a los demás.

Después de esos dos días Jesús salió de allí rumbo a Galilea (pues, como él mismo había dicho [testificado], a ningún profeta se le honra [se valora] en su propia tierra [nativa]).

Después de haber permanecido dos días con los samaritanos y haber traído la salvación a todo un pueblo, Jesús continua su camino para Galilea, después de haber sido rechazado en su propia tierra (Judea). Juan menciona un dicho que Jesús mismo dijo y que encontraremos después en otros evangelios, que un profeta no es valorado en su propia tierra. Con ello se refiere a que es más difícil compartirle el mensaje de salvación a las personas que crecieron con uno y que lo conocen, que con quienes no saben nada de uno. Este puede deberse a que quienes nos conocen, también conocen nuestras debilidades y nuestra forma de ser, y al haber crecido tan cerca de uno, pueden no tomarnos en serio por ello, así lo que digamos sea la verdad. Un ejemplo es el de José y sus hermanos. A pesar de que José no les hizo ningún mal a sus hermanos o padres, estos no aceptaban los sueños que tenía. Muchas veces nuestro mensaje no es aceptado entre los más cercanos, sencillamente por celos o incomprensión de lo que estamos tratando de decir. Tendemos a ser más renuentes a ver algo obvio frente a nosotros, que aceptar lo que digan los de afuera, aunque sea el mismo mensaje.

Cuando llegó a Galilea, fue (bien) recibido por (todos) los galileos, pues éstos habían visto personalmente (discernido) todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta (de la Pascua), ya que ellos habían estado también allí (ido a la fiesta).

Vemos acá la diferencia: los galileos, que no eran el pueblo de Jesús, si le aceptan bien, pues habían visto y entendido lo que Jesús había hecho durante la fiesta de Pascua. Ellos no tenían recelos ni razones para envidiar o desconfiar de Jesús, por lo cual sus corazones estaban más abiertos a recibir el mensaje.

Y volvió otra vez (Jesús) a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. (y) Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. Cuando este (hombre) se enteró de (escuchó) que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar (curar) a su hijo, pues estaba a punto de morir.

Jesús vuelve al lugar de su primer milagro y allí las personas comienzan a buscarlo. La fama de Jesús ya le precede. Es interesante, que en esta ocasión se trata de un funcionario de alto nivel, quien viene a suplicar por la vida de su hijo. Por la respuesta que Jesús le da…

(Le dijo Jesús a él. A menos que vean marcas/indicaciones y prodigios no van a tener fe) —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios —le dijo Jesús.

… podemos deducir que el funcionario acude a Jesús sin creer realmente en él, tal vez en un acto de desespero para salvar a su hijo. Otro ejemplo más de que las sanidades o los milagros no requieren que la persona que necesita el milagro tenga fe, sino de Jesús únicamente.

—Señor —rogó (dijo) el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo (niño).

—Vuelve a casa (sigue tu camino), que tu hijo vive —le dijo Jesús—.

El funcionario le pide a Jesús que vaya con él, pero Jesús se niega y sencillamente le dice que vaya, que su hijo está bien.

El hombre creyó lo que Jesús le dijo (tuvo fe en la palabra que Jesús le dijo), y se fue (siguió su camino). Cuando (Mientras) se dirigía a su casa, sus siervos (esclavos) salieron a su encuentro (se encontraron con él) y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo (diciéndole: tu niño vive). (Cuando) les preguntó (entonces) a qué hora había comenzado (su hijo) a sentirse mejor, (y) le contestaron:

Vemos acá que la respuesta de Jesús genera en el hombre un primer paso de fe: el cree en lo que Jesús le ha dicho, aunque no ha visto el resultado. Jesús da una palabra primero, y él hombre tiene la opción de creerla o no, pero como veremos ahora, la sanidad había ocurrido antes de que el hombre creyera la palabra de Jesús. Al encontrarse con sus esclavos, estos le comentan que su hijo ya estaba bien. Esto debió haber alegrado y sorprendido al hombre, por lo cual indaga por la hora en que todo ocurrió…

—Ayer a la una de la tarde (Lit. a la séptima hora) se le quitó (le dejo) la fiebre (la inflamación).

Entonces el padre se dio cuenta de (supo) que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Así que (y) creyó (tuvo fe) él con (y) toda su familia (gr. oikos: hogar, todos los que viven bajo el mismo techo: familia + trabajadores).

… todo sucedió en el momento en que Jesús pronunció la palabra, antes de que el hombre incluso hubiera creído en lo que Jesús dijo. Esto hace que al final todas las personas que vivían bajo el mismo techo del funcionario, familia, esclavos y empleados, tengan fe en Jesús. Es aquí donde se menciona que realmente tuvo fe; antes solo había creído en la palabra dicha por Jesús, ahora creía completamente en él.

Ésta fue la segunda señal (indicación) que hizo Jesús después de que volvió de Judea a Galilea.

Según esto, este fue el segundo milagro de Jesús, después de regresar de Judea a Galilea, lo que nos muestra que Jesús no usaba mucho las señales todavía, sino que estaba más enfocado en el mensaje mismo durante este momento de su ministerio.