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martes, 7 de febrero de 2017

Mateo 5:17-20 – El sermón del monte: cumpliendo la ley, sin ser legalista



Jesús continúa con sus enseñanzas sobre los pilares del reino de los cielos. Muchas de las cosas que él enseña parecen estar en contra de lo que se enseñaba en el AT. ¿Vino Jesús entonces a abolir las antiguas enseñanzas y el antiguo pacto?


»No piensen que he venido a anular (desintegrar, deshacer, demoler) la ley (de Moisés) o los profetas; no he venido a anularlos (desintegrar, deshacer, demoler) sino a darles cumplimiento (completar, terminar de llenar, hacer que este repleto, apiñar, embutir, nivelar (un hoyo), satisfacer, ejecutar (un oficio) terminar, verificar).


¿Qué no vino a hacer Jesús con la ley y los profetas? ¿Cuáles libros de AT constituyen la ley? ¿Cuáles los profetas? ¿Qué significa que Jesús no haya venido a desintegrar o demoler la ley y los profetas?


¿Qué vino a hacer Jesús entonces? ¿Qué significa que haya venido a completarlas?


¿Cuál era la función de la ley y los profetas? ¿Cómo completo Jesús la ley y los profetas?


¿Qué relación tiene esto con el antiguo y el nuevo pacto?


¿Cómo demuestra Jesús que cumplió (niveló) la ley y los profetas, pero al mismo tiempo no las desintegró?


Jesús cumple la ley y los profetas en tres formas:

1.      Al cumplir con los requisitos de la ley y cumplir con las profecías de que él sería el cordero santo, que se entrega de una vez por todas por la redención de los pecados del mundo. Con esto cumple (finaliza) también el antiguo pacto.

2.      Al no eliminar la base principal de la ley: los 10 mandamientos, sino retomarlos como fuente principal para los estatutos del reino de Dios. Jesús no retoma todas las leyes del AT y reinterpreta algunos de los 10 mandamientos, pero esto no significa que por ello desintegre la ley. La mayoría de mandamientos de Moisés fueron permitidos por Dios para regular la forma de vida de una nación, pero no necesariamente avalados por él, como veremos después en las partes dónde Jesús habla del odio, el adulterio y el divorcio, entre otros temas.

3.      Jesús ‘repleta’ los espacios vacíos de la ley al explicar y mostrar con sus vida cómo se debe interpretar la ley, que es muy diferente a cómo los religiosos de ese tiempo (y de hoy también) la están interpretando.


Les aseguro (De seguro les digo) que mientras existan (hasta que se acaben) el cielo y la tierra, ni una letra (lit. jota) ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido (sea hecho).


¿Qué aseveración hace Jesús? ¿Qué implica esa aseveración?


¿Qué es ‘todo’ lo que tiene que cumplirse?


(Por lo tanto) Todo el (quién sea) que infrinja (suelte, debilite, diluya) uno solo de estos mandamientos (mandatos), por pequeño que sea, y enseñe (de esta forma) a otros (los hombres) a hacer lo mismo, será considerado (llamado) el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique (haga) y enseñe será considerado (llamado) grande en el reino de los cielos.


¿Qué significa ‘infringir, soltar o diluir’ un mandamientos? ¿Qué ejemplo podemos dar de mandatos bíblicos que han sido diluidos?


¿Qué pasa con quién diluya los mandamientos y enseñe a otros a hacer lo mismo?


¿Qué pasa con quién practica los mandamientos y enseña a otros a hacer lo mismo?


Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia (equidad, justificación) supere (sobreabunde en cantidad) a la de los fariseos y de los maestros de la ley (escribas).


¿Qué condición pone Jesús acá para ser ciudadanos del reino de los cielos?


¿Qué es justicia (equidad)? ¿Cómo hacemos que sobreabunde en cantidad?


¿Quiénes son los fariseos? ¿Con quiénes se pueden comparar hoy en día?


¿Quiénes son los escribas? ¿Con quiénes se pueden comparar hoy en día?


Teniendo en cuenta el contexto general de este pasaje, ¿por qué Jesús nos advierte sobre los fariseos y escribas? ¿Qué es lo que ellos hacen, que puede bloquear nuestra nacionalización en el reino de Dios?

viernes, 27 de junio de 2014

Juan 5:1-17 – Jesús y el legalismo sobre el día de descanso

Continuamos con otro de los milagros de sanidad hechos por Jesús, pero esta vez el punto principal del pasaje se enfoca en el legalismo de los religiosos en cuanto al día de descanso (sea el sábado o el domingo).

Algún tiempo después, se celebraba una fiesta (festival) de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo es Betzatá.

Jesús asiste a otra de las festividades judías. El autor no nos aclara cuál de ellas, pero implicaba que Jesús fuera a Jerusalén de nuevo. Al entrar a Jerusalén por una de las 12 puertas de la muralla, la puerta de las Ovejas, por la cual lo pastores sacaban regularmente sus ovejas a pastar, pasa al lado de una estanque muy conocido. Es interesante que Jesús escoja esta entrada, pues él es conocido como el Buen Pastor después.

En esos (pórticos) se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos se encontraba un hombre inválido (enfermo) que llevaba enfermo (allí) treinta y ocho años.

Este estanque estaba rodeado de pórticos en los cuales se hacían muchos enfermos con la esperanza de ser sanos. La tradición decía que de vez en cuando bajaba un ángel de Dios y revolvía el agua, y que cuando esto sucedía, la primera persona en llegar al agua y sumergirse en ella, esta era sanada. Entre estos enfermos estaba un hombre que llevaba 38 años allí, esperando por una oportunidad.

Cuando Jesús lo vio allí, (tirado en el suelo), y (se enteró de) que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó:

—¿Quieres quedar (ser hecho) sano?

Jesús ve a este hombre y se entera de su situación, y a pesar de todo hace una pregunta que para nosotros es completamente ilógica: ¿Quieres ser sano? ¿Por qué pregunta Jesús esto? ¿Acaso no es obvio que este hombre necesita ser sano? Puede que si sea obvio, pero la pregunta de Jesús va más allá. Jesús quiere atender la necesidad real de este hombre, no una necesidad superficial. Este hombre llevaba 38 años ahí y aparentemente no había hecho mucho esfuerzo por entrar en el estanque. ¿Realmente quería ser sano? ¿O ya se había dado por vencido?

—Señor —respondió (el hombre impotente)—, no tengo a nadie (a ningún hombre) que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo (estoy llegando), otro se mete antes.

—Levántate, recoge tu camilla (colchoneta, colchón) y anda (camina) —le contestó Jesús.

La respuesta de este hombre es una evasiva. Él no responde si o no, sino que se excusa en por qué a pesar de estar tanto tiempo allí, no ha sido sanado. Este hombre pone su mirada en las circunstancias alrededor y se excusa en ellas. La pregunta de Jesús logra que el hombre demuestre que se ha dado por vencido hace mucho tiempo. Pero Jesús no se ha dado por vencido con él, y sencillamente le ordena que se levante, coja su colchoneta y camine. Este hombre no mostró señales de tener algún tipo de fe en que este hombre, que le estaba dando esa orden, o que Dios mismo le fueran a sanar. Él ni siquiera pide por la sanidad.

Al instante (E inmediatamente) aquel hombre quedó (fue hecho) sano, así que tomó su camilla (colchón, colchoneta) y echó a andar.

Con la sola orden de Jesús este hombre queda sano y obedece a Jesús. Algo debió haber notado este hombre en su cuerpo, que le hizo obedecer a Jesús y caminar. Otra vez vemos que fue la fe de Jesús la que sano al enfermo, no la del enfermo.

Pero ese día era sábado (Hr. Shabbath: el día de descanso). Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado (Gr. Therapeuo: librado de enfermedad):

—Hoy es sábado (día de descanso); no te está permitido (no es correcto) cargar tu camilla (colchón).

En la tradición judía el día de descanso (sábado para ellos, domingo para los cristianos ahora) nadie debía trabajar ni hacer alguna labor que implicara esfuerzo de algún tipo. Por eso, cuando los judíos religiosos ven a este hombre cargando su colchón, estos le llaman la atención. Los religiosos no muestran la más mínima misericordia, ellos solo se interesan en que las reglas se cumplan.

—El que me (hizo sano) sanó me dijo: “Recoge tu camilla (colchón) y anda (camina)” —les respondió.

—¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron (interrogaron).

El que había sido sanado (curado) no tenía idea de (no sabía) quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente (multitud) que había en el lugar (allí).

Aquí vemos que la persona sanada no solo no tenía una fe o expectativa personal para ser sana específicamente, sino que además ni sabía quién era Jesús. No lo conocía y aparentemente tampoco había escuchado de su fama. También nos damos cuenta que Jesús no hace el milagro buscando reconocimiento público, sino que inmediatamente después de sanar al enfermo, se escabulle y no busca llamar la atención de ninguna manera.

Después de esto Jesús lo encontró en el templo (todo el precinto del templo) y le dijo:

—Mira, ya has quedado (sido hecho) sano. No vuelvas a pecar (errar el blanco), no sea que te ocurra (sea hecho) algo peor (más grave, más malo).

Jesús no solo le dio la sanidad a esta persona, él va y lo busca después para darle también la salvación. El objetivo de Jesús, una vez más, no es solo la sanidad de alguien, sino la salvación de alguien. Vemos que entonces lo busca y lo encuentra en el precinto del templo, probablemente el patio exterior, que era el único sitio donde la gente común y corriente podía estar. Allí lo confronta con su pecado (no sabemos cuál, pues no se menciona) y le deja claro que no debe seguir errando para que no le ocurra algo peor. Jesús básicamente le llama al arrepentimiento.

El hombre se fue e informó (anunció) a los judíos que Jesús era quien lo había sanado.

Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas (por aquellas cosas que) en sábado.  Pero Jesús les respondía:

—Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.

Este hombre realmente no sabía mucho de Jesús, por lo cual no vio problema en ir a dónde los religiosos que le habían interrogado a decirles quién le había sanado. Vemos que esto solo aumenta el odio de los religiosos ante Jesús, pues él sencillamente hacía cosas que en su legalismo estaban prohibidas, sin tener en cuenta ni la misericordia, ni el amor de Dios. Una de ellas era sanar en el día de descanso. Jesús después explica que el día de descanso es necesario, pero que no significa que por ello no podemos hacer el bien. Los religiosos solamente ven las reglas, pero no las necesidades de los demás.

Hoy en día es similar, cuando a alguien se le juzga por no asistir a la iglesia todos los domingos, sino tomar tiempo para el descanso y para su familia, o para visitar a alguien que está en necesidad. Si entendemos que la iglesia no es un lugar, sino que somos nosotros, y que la iglesia está en donde dos o tres están reunidos en el nombre de Cristo, entonces sabemos que no importa tanto la actividad que hagamos en el día de descanso, sino el enfoque que tengamos. Recordemos sin embargo, que Dios instituyo el descanso regular semanal como parte importante de nuestras vidas, y dio ejemplo el mismo al descansar. Tanto la Biblia como los médicos concuerdan que es importante para nuestro cuerpo el descanso, pero el descanso no es excusa para dejar de hacer la obra del Padre: sanar y salvar a quienes lo requieran.