Después de dejar claro el origen de Jesús, de dar testimonio de su
divinidad y de relatar parte del momento del bautismo de Jesús, Juan pasa a narrar
los
comienzos del ministerio de Jesús. Lo que sucede a continuación, sucede al día siguiente del momento del
bautismo de Jesús. Juan se encontraba bautizando, cuando ve a Jesús rondando
también por allí.
Al día siguiente Juan estaba de nuevo allí, con dos de sus discípulos
(aprendices, pupilos). Al ver a Jesús que pasaba por ahí (Lit. Y mirando a
Jesús mientras pasaba…), dijo:
Pero, a
diferencia del día anterior, esta vez Juan está acompañado de dos de sus
pupilos. De los relatos de los otros evangelios y de los versículos que siguen
podemos deducir que uno de los discípulos probablemente era Juan (el discípulo)
y el otro era Andrés, el hermano de Pedro. Al estar ellos ahí, Juan repite lo
que Dios le había revelado sobre Jesús el día anterior:
—¡Aquí tienen al Cordero de Dios!
Cuando los dos discípulos le oyeron decir esto, siguieron (Lit. estar
en el mismo camino con) a Jesús. Jesús se volvió y, al ver (observando a
quienes) que lo seguían, les preguntó:
—¿Qué buscan?
Al
escuchar la declaración de Juan, los dos discípulos inmediatamente comienzan a
seguir a Jesús. La palabra usada acá para ‘seguir’ básicamente significa
‘alinearse en el mismo camino con’ otra persona. Los discípulos no solo siguen a Jesús por seguirle, o por curiosidad;
ellos conocían las profecías sobre el Mesías y le esperaban tanto como muchos
de los judíos. Cuando Juan hace la declaración profética de quien es Jesús,
ellos deciden que es el tiempo de ser los discípulos de Jesús y dejar de seguir
a Juan el Bautista. Lo vemos también en la respuesta que dan cuando Jesús les
confronta con sus intenciones al
seguirle: ¿Qué buscan? ¿Qué esperan encontrar? Jesús los pone a pensar,
como un buen coach, en sus intenciones y
en su motivación para seguirle. De todos los discípulos que Jesús tiene
después, estos son los únicos que le siguen sin haber sido llamados primero por
Jesús. Sin embargo, y aunque no los rechaza, él primero les hace pensar sobre
su motivación e intenciones al seguirle. ¿Cuál
es tu intención y tu motivación al seguir a Jesús? ¿Qué esperar encontrar al
seguirle?
(Ellos le respondieron:)—Rabí (título honorifico), ¿dónde te hospedas
(te estas quedando)? (Rabí significa: Maestro (Instructor).)
—Vengan a ver (Vengan, acompáñenme y vean) —les contestó Jesús.
Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba (quedaba), y aquel
mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde (Lit. la décima
hora – Contando las horas desde las seis de la mañana, que era el inicio del
día según la hora judía, nos dan las cuatro de la tarde).
Ellos
responden usando un título honorifico aplicado para describir a los
instructores religiosos de su época, y básicamente le preguntan, dónde se está
quedando. En la época, hacer este tipo de pregunta usando el título de maestro,
básicamente significaba que dejaban todo atrás para seguirle de ahora en
adelante a él a donde fuera. Jesús sencillamente les invita a seguirle y ver en donde se hospedaba. Ya que Jesús
estaba lejos de su casa en Nazaret, lo más seguro es que se estaba quedando
donde algún familiar o amigo de la familia. Juan no menciona en donde se
quedaron exactamente. Cuando los discípulos ven donde se está hospedando, y
siendo ya demasiado tarde para regresarse, deciden quedarse allí. Ellos
probablemente no se auto-invitaron. La tradición judía obligaba a ofrecer
alojamiento a los visitantes que se encontraran en una casa, si ya estaba
anocheciendo y estos tenían un largo camino de regreso. Si esta era la época
del invierno, a las cuatro de la tarde ya comenzaba a oscurecer, por lo cual
sería muy peligroso continuar el viaje.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan,
habían seguido a Jesús. Andrés (El) encontró primero a su hermano Simón, y le
dijo:
—Hemos encontrado al Mesías [ungido] (es decir (que traducido es), el Cristo
[ungido]).
Luego lo llevó (guió) a Jesús, quien mirándolo fijamente (Y cuando
Jesús le vio), le dijo:
—Tú eres Simón (escuchado), hijo de Juan (Lit. Jonás – favorecido de
Jehová). Serás llamado Cefas (la roca) (es decir [que traducido es…], Pedro
((pedazo de) roca)).
Juan
salta en el tiempo y describe otros momentos más adelante. Aquí es donde nos
deja claro que uno de los dos discípulos del relato anterior era Andrés.
Deducimos que el otro era Juan, ya que no menciona su nombre y ya que en la
tradición de varios autores podemos ver que cuando hablan de sí mismos, no lo
mencionan directamente, como por ejemplo en Hechos, cuando Lucas no se menciona
como parte del grupo, pero por la forma gramatical que usa podemos saber que
estuvo presente en lo que relata.
Después de haber pasado esa noche con Jesús, algo ha cambiado en
Andrés, y este busca a su hermano Simón y le
declara directamente que han encontrado al Mesías esperado. No sabemos que
conversaciones tuvieron esa noche con Jesús, pero vemos claramente que el
resultado de las mismas fue una claridad
total sobre quién era Jesús. Andrés lleva a Simón a donde esta Jesús, y
este, después de observarlo bien, hace una declaración profética sobre la vida
de Simón: Jesús utiliza un juego de palabras y significados con los nombres,
diciéndole: ‘Tu eres Simón, eres el que ha sido escuchado, el hijo de Jonás, a
quien Jehová ha favorecido.’ Jesús comienza declarando la identidad actual de
Simón, pero continúa con algo más allá: ¡Jesús
no solo quiere confirmar la identidad de Simón, él quiere darle un propósito,
un futuro! Él va más allá y le cambia el nombre, declarando que de ahora en
adelante su identidad y su propósito serían ser una roca. Para Pedro debió
haber sido raro el cambio, pero no vemos que lo rechace. Se tomará un tiempo
para que entendamos por qué Jesús le cambia el nombre y qué es lo que significa
que sea una roca. Hacia el final de su ministerio, casi tres años después de
este suceso, es que Jesús usa de nuevo una declaración similar con Pedro,
después de que este declare, que Jesús
es el Cristo (el ungido) y el Hijo de Dios: Jesús declara entonces que
sobre esa afirmación de Pedro, él, Jesús, construiría
su iglesia (su eclesia). Durante
todo este tiempo Pedro debió haber estado preguntándose por qué Jesús le había
puesto ese nuevo nombre, pero también estaría a la expectativa de que su
propósito, ahora expresado en ese nuevo nombre, se cumpliera pronto.
Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. (Se) encontró con
(a) Felipe, y lo llamó (le dijo):
—Sígueme (Acompáñame; estar en el mismo camino con).
Al día
siguiente Jesús comienza a reclutar a otros discípulos más. Al primero que
encuentra es a Felipe y sencillamente le ordena seguirle. En este relato no
vemos cual es la reacción inicial de Felipe, pero vemos que si le sigue, por lo
visto sin ninguna discusión.
Felipe era del pueblo de Betsaida (Casa de Pesca), lo mismo que Andrés
y Pedro. Felipe buscó (encontró) a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien
escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas. (Lit. Hemos
encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron
los profetas; a Jesús de Nazaret, el hijo de José.)
—¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo
bueno? (Y Natanael le respondió: ¿Puede algo bueno existir/ser generado de
Nazaret?)
—Ven a ver —le contestó Felipe. (Felipe le contestó: Ven y mira).
El
autor nos presenta a Felipe y lo coloca viviendo en el mismo pueblo del que
eran Andrés y Pedro, y cuyo nombre expresa el oficio al que todos ellos se
dedicaban: la pesca. Felipe va y busca a Natanael y le dice que encontraron a la persona de la cual había
escrito Moisés en la ley (el Pentateuco) y de la cual los profetas también
habían escrito, ósea al Mesías. Parece que Felipe sabía algo más de Jesús,
pues menciona que es el hijo de José (el carpintero) y que viene de Nazaret. La
mención de Nazaret causa sorpresa en Natanael, pues la esperanza de los judíos
era que el Mesías vendría de alguna familia y pueblo famoso de la línea real, y
Nazaret no era precisamente muy famoso por ello. Sin embargo, Felipe no se deja
estorbar por el comentario y sencillamente invita a Natanael a que mire y lo
compruebe por sí mismo.
(Cuando) Jesús vio que Natanael se le acercaba, (y) comentó (dijo
sobre el):
—(He aquí (verdaderamente) un Israelita en quien no hay falsedad.) Aquí
tienen a un verdadero israelita (descendiente de Israel), en quien no hay
falsedad. (Esto es, que es integro).
—¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.
(Jesús respondió y le dijo:)—Antes de que Felipe te llamara, cuando
aún estabas bajo la higuera, ya te había visto (conocido).
(Natanael respondió y le dijo:) —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú
eres el Rey (el soberano) de Israel! —declaró Natanael.
(Jesús le respondió y le dijo:) —¿Lo crees porque te dije que te vi
cuando estabas debajo de la higuera? (Porque te dije que te vi (conocí) cuando
estabas debajo de la higuera, ¿crees (tienes fe)?) ¡Vas a ver aun cosas más
grandes (mayores) que éstas!
Cuando
Jesús lo ve, antes de que Natanael llegara, él habla sobre Natanael a los que
están a su alrededor, diciendo algo muy positivo
sobre él: “Dense cuenta, este es un descendiente de Israel que es íntegro y no
corrupto.” Jesús conocía a Natanael,
conocía especialmente su actitud y su vida, aun en secreto. Natanael
alcanza a escuchar lo dicho y se sorprende, pidiéndole a Jesús que le explique
de donde le conoce. Jesús sencillamente le describe un momento en el que
Natanael estaba sentado bajo una higuera. A primera vista esto no nos parece
tan fuera de lo común… si, Jesús lo vio sentado bajo una higuera, pero eso no
significa que por eso le conozca a profundidad. Pero parece que para Natanael
el hecho de que Jesús mencionara la higuera junto con su integridad si tenía un
gran significado. No sabemos que paso bajo esa higuera y qué relación tiene con
la integridad de Natanael, pero por la respuesta que él da, podemos deducir que
le impacto tanto, que termina haciendo
la declaración de que Jesús es el Hijo de Dios y el Rey de Israel. Aunque
para Natanael esto es de gran importancia, para Jesús es apenas una bicoca, por
lo cual se sorprende de la fe que Natanael muestra y le asegura que lo que vio,
apenas es una pequeña parte de todo lo que verá a lo largo del ministerio con
Jesús.
Y añadió (Y le dijo a él…):
—Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los
ángeles [mensajeros] de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre [humanidad].
Jesús
se dirige después a todos mientras sigue mirando a Natanael, y les asegura que
no solo iban a ver milagros mayores suceder, sino que además verían a los
ángeles bajando y subiendo de la tierra al cielo mientras servían a Jesús.
Hasta
este momento Juan el autor había hablado de Jesús como el Hijo de Dios, dejando
claro que Jesús es completamente Dios,
pero acá introduce el término ‘Hijo del hombre’, dando a entender que Jesús no solo era completamente Dios, sino
también completamente humano, un tema que veremos a fondo en otra ocasión.