“El Dios que
hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la
tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres.”
Hechos 17:24
(BdLA)
¿En que piensas cuando te preguntan por ‘iglesia’?
La mayoría de las personas se imagina una edificación,
un templo o un grupo de personas que se reúnen en un lugar para seguir un orden
litúrgico de la reunión y a escuchar a alguien ‘especial’ dando una charla o dirigiendo
un ‘show’.
¿Será que eso era a lo que Jesús se refirió cuando le
dijo a Pedro: ‘Sobre esa roca (la afirmación que Pedro acababa de hacer de que
Jesús era el Hijo de Dios) edificaré mi iglesia (gr. eclesia)…’?
No creo, pues la palabra que Jesús usa aquí para
describir iglesia, la palabra ‘eclesia’, no tiene nada que ver con
edificaciones. La palabra griega ‘eclesia’
era una palabra del contexto político y no del religioso. Significa literalmente: el llamado a una reunión de
los ciudadanos de una ciudad específica para discutir y definir en consenso los
asuntos concernientes a esa misma comunidad.
Estoy convencido que la razón de por qué la iglesia de
hoy no se parece en nada a la iglesia primitiva está principalmente en que no
nos hemos hecho las preguntas correctas en cuanto a ella. Piense entonces en
las siguientes preguntas:
¿Por qué no usa Jesús una palabra más acorde con
‘sinagoga’ o ‘templo’ para describir o establecer la ‘iglesia’? ¿Por qué Jesús
mismo pasaba más tiempo visitando las casas de pecadores y de los discípulos, o
predicando públicamente, que en una sinagoga o en el templo de Jerusalén? ¿Por
qué durante los primeros 300 años de la iglesia gentil, esta jamás se reunió en
templos? ¿Qué había en esas iglesias primitivas que ya no tenemos en la iglesia
actual? ¿Por qué no lo tenemos? ¿Qué corrompió a la iglesia?
Para responder a estas preguntas tenemos que hacer no
solo un estudio concienzudo de la historia de la iglesia, sino del significado
de ‘iglesia’ tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Empecemos analizando nuestro concepto actual de
‘iglesia’ ante el concepto del AT. Primero que todo, el concepto de ‘iglesia’
como fue instituido por Jesús no existía
en el AT. Los creyentes en ese entonces eran los judíos como tales y se
consideraban un pueblo creyente. No existían ‘iglesias locales’ ni la gente
‘asistía’ a la iglesia. Ellos eran formados desde pequeños en sus casas,
principalmente por sus padres y familia extendida. La Palabra misma insta todo
el AT a que cada persona tenga una relación personal e independiente con Dios.
Y esta relación era formada en las casas. Cuando los menores alcanzaban la edad
escolar, asistían a una sinagoga, en dónde eran formados como en un colegio y
al mismo tiempo recibían instrucción teológica, ya que en las culturas
orientales jamás se separaba lo secular de lo divino. Las sinagogas funcionaban
todos los días y regularmente se reunían las familias para aprender de la
Palabra, en reuniones de consenso, en las cuales participaban todos los hombres
(aunque la mujer podía asistir también, a ella se le pedía permanecer callada y preguntarle sus dudas a su esposo ya en la casa) y no había un ‘pastor o director de
alabanza’ o algo por el estilo. No había algo así como un ‘culto dominical’.
Únicamente quienes eran parte de los ‘levitas’, la tribu escogida por Dios para
servirle ‘tiempo completo’, eran quienes pasaban tiempo en el templo o en
escuelas especiales de formación, como las escuelas de profetas. Sin embargo,
las ‘escuelas de profetas y levitas’ no eran instituciones; eran comunidades en
las cuales se formaba a los aprendices por medio de un mentoreo directo. Muy
similar a lo que Jesús aplicó para formar a sus discípulos. En todo esto vemos,
que no hay similitud con la iglesia institucional.
Sin embargo, si su argumento es el templo, temo
decirle que este tampoco aplica, pues al templo solo iban las personas a
presentar sus sacrificios y ofrendas 1 vez al año, y únicamente los levitas
eran quienes permanecían allí tiempo completo. Así mismo, en el templo no se
realizaba algo así como un ‘culto o servicio eclesial’. También es claro que en la
mención de Hechos en la que los primeros cristianos se reúnen en las casas y en
el templo, el autor se refiere a los judíos mesiánicos únicamente, ya que
ningún creyente gentil hubiera podido entrar al templo, o estar cerca de el, pues hubiera sido
apedreado inmediatamente. Recuerde la situación que se presento después con Pablo, por haber sido visto supuestamente con gentiles en los atrios del templo. ¿Qué hacían entonces los creyentes judíos allí? Ellos
no se reunían para un ‘servicio’; ellos iban al templo para discutir con otros
judíos sobre la fe y alcanzarlos para Cristo. ¡Iban a evangelizar!
Cuando los primeros gentiles se convierten y empiezan
a congregarse en las casas, los discípulos jamás les ordenaron o pidieron
reunirse en templos o sinagogas. Ellos habían entendido muy bien el mensaje de
Jesús al usar la palabra ‘eclesia’ para describir la iglesia, y además fueron
sensibles a la situación cultural, pues los gentiles venían de una tradición de
templos paganos, en los cuales estaban acostumbrados a la prostitución, el
sacrificio infantil y otras barbaridades, las cuales no debían repetirse en la
iglesia.
La iglesia primitiva tampoco tenía una separación
entre laicos y sacerdotes, existente en el esquema institucional actual. Se entendía
el ‘ministerio de todos los santos’.
¿Por qué entonces nuestras iglesias actuales separan a los laicos del trabajo
de la iglesia y tienen jerarquías que hacen muy difícil que una persona, que no
tenga un ‘llamado confirmado por los líderes’, pueda servir? ¿Quién es el que
realmente debe llamarnos? ¿Quién es bíblicamente hablando y según el Nuevo
Testamento nuestra cobertura y cabeza? ¿De acuerdo a Jesús, quién nos enseña
todo lo que debemos saber espiritualmente?
La iglesia primitiva no tenía denominaciones ni
divisiones. Era una iglesia completamente relacional, en las cual todos
participaban. Recordemos la recomendación de Pablo a la iglesia de los
Corintios: ‘Cuando se reúnan, cada uno
tenga un canto, una profecía, una enseñanza, etc… Pero todo sea hecho para
edificación’. ¿Se parece eso a nuestras actuales iglesias? ¿Podrías tu pararte
en pleno servicio en tu iglesia e interrumpir al que esté hablando o dirigiendo
para pedir la palabra y decir algo que el Espíritu Santo te ha revelado?
Hoy en día es más fácil ser parte de una iglesia institucional que de una iglesia en casa. En la iglesia
institucional no tienes que asumir un compromiso con tu crecimiento y relación
con Dios, solo tienes que cumplir las normas y nadie te molestará. En una
iglesia en casa tú te comprometes seriamente con tu crecimiento personal y tu
relación con Dios. Tú eres parte activa de la misma y te preparas cada día para
dar de lo que Dios te va dando. Te comprometes a que otros conozcan de Cristo y
a que tu vida le refleje en todo lo que haces. Estás realmente cumpliendo la
Gran Comisión, sin esperar a que alguna persona te autorice primeramente a
ello.
Por ahora les dejo esta reflexión y les animo a
estudiar profundamente la Palabra de Dios (la Biblia) desde sus originales.
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artículos estaré profundizando más en cada punto relacionado con ello.
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