¿Hasta que punto es verdad todo lo que hemos aprendido en las iglesias? ¿Cuanto de ello realmente corresponde a lo que dice en la Biblia? Este blog pretende presentar un punto de vista crítico pero respetuoso y en amor ante la iglesia y el cristianismo de hoy. Nuestro principal interés es la restauración del Cuerpo de Cristo, de Su Amada, su Eclesia y de quienes amamos a Dios con todo el corazón.
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domingo, 13 de agosto de 2017
Mateo 7:15-23 – Los falsos profetas y falsos seguidores
Jesús concluye sus enseñanzas sobre los pilares del reino de los cielos advirtiendo ahora sobre los falsos profetas y seguidores que tratarán de tergiversar su mensaje y enseñanzas.
»Cuídense (tengan cuidado; guárdense) de los falsos (engañosos) profetas (pseudo-profetas, impostores que pretenden ser profetas/videntes). (, que) Vienen a ustedes disfrazados (vestidos) de ovejas, pero por dentro son lobos feroces (rapaces).
¿De qué advierte Jesús a los creyentes? ¿Por qué?
¿Con qué compara a los falsos profetas? ¿Por qué son tan peligrosos?
¿Qué pasa si nos dejamos llevar por el mensaje de falsos profetas?
Por sus frutos los conocerán (reconocerán). ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno (bello, valioso, virtuoso), pero el árbol malo (podrido, corrupto; sin valor) da fruto malo (hiriente, malévolo, vicioso – referido al carácter). Un árbol bueno no puede (ser capaz o posible) dar fruto malo (hiriente, malévolo, vicioso), y (ni) un árbol malo (podrido, corrupto; sin valor) no puede dar fruto bueno (bello, valioso, virtuoso). Todo árbol que no da buen (bello, valioso, virtuoso) fruto se corta y se arroja (echado) al fuego. Así que por sus frutos los conocerán (reconocerán).
¿Cómo se reconoce a un falso profeta?
¿Cuál es el fruto de un falso profeta? ¿Cuál el de uno verdadero?
¿Qué produce un mal fruto? ¿Qué uno bueno?
¿Por qué un buen árbol no puede producir un mal fruto? ¿Por qué un árbol podrido no puede producir un buen fruto?
¿Cómo diferenciamos un buen fruto de uno malo?
»No todo el que me dice: “Señor, Señor” (en el sentido de suprema autoridad), entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad (determinación) de mi Padre que está en el cielo.
¿Qué suelen decir también los falsos profetas? ¿Por qué no todo el que reconozca a Jesús como Rey y Señor entrará en el reino de los cielos? ¿Cuál es la condición clave para entrar al reino de los cielos acá?
¿Cuál es la voluntad, la determinación del Padre? ¿Cómo la reconocemos y la cumplimos?
Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos (hablar inspirado, predecir eventos, ejercer el oficio profético) en tu nombre (carácter y autoridad), y en tu nombre (carácter y autoridad) expulsamos demonios e (y en tu nombre) hicimos muchos milagros (fuerza, especialmente poder milagroso)?” Entonces les diré claramente (asentir, reconocer): “Jamás (nunca) los conocí. ¡Aléjense (váyanse) de mí, hacedores de maldad (ilegalidad, violación de la ley)!”
¿De qué día habla Jesús? ¿Cuál es ‘aquel día’?
¿Qué dicen haber hecho estas personas en la autoridad de Jesús?
¿Por qué a pesar de haber profetizado, expulsar demonios y haber hecho milagros los rechaza Jesús?
¿Qué hacen realmente estas personas? ¿Dónde estaba el problema?
¿Qué es más importante que profetizar, echar fuera demonios y hacer milagros para evitar ser rechazados por Dios?
¿Por qué el que Jesús nos conozca es tan importante? ¿Cómo nos llega a conocer Jesús? ¿Qué hay que hacer para ello?
sábado, 18 de enero de 2014
¿Iglesia – institucional (templo) u orgánica (cuerpo), qué es lo bíblico?…
“El Dios que
hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la
tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres.”
Hechos 17:24
(BdLA)
¿En que piensas cuando te preguntan por ‘iglesia’?
La mayoría de las personas se imagina una edificación,
un templo o un grupo de personas que se reúnen en un lugar para seguir un orden
litúrgico de la reunión y a escuchar a alguien ‘especial’ dando una charla o dirigiendo
un ‘show’.
¿Será que eso era a lo que Jesús se refirió cuando le
dijo a Pedro: ‘Sobre esa roca (la afirmación que Pedro acababa de hacer de que
Jesús era el Hijo de Dios) edificaré mi iglesia (gr. eclesia)…’?
No creo, pues la palabra que Jesús usa aquí para
describir iglesia, la palabra ‘eclesia’, no tiene nada que ver con
edificaciones. La palabra griega ‘eclesia’
era una palabra del contexto político y no del religioso. Significa literalmente: el llamado a una reunión de
los ciudadanos de una ciudad específica para discutir y definir en consenso los
asuntos concernientes a esa misma comunidad.
Estoy convencido que la razón de por qué la iglesia de
hoy no se parece en nada a la iglesia primitiva está principalmente en que no
nos hemos hecho las preguntas correctas en cuanto a ella. Piense entonces en
las siguientes preguntas:
¿Por qué no usa Jesús una palabra más acorde con
‘sinagoga’ o ‘templo’ para describir o establecer la ‘iglesia’? ¿Por qué Jesús
mismo pasaba más tiempo visitando las casas de pecadores y de los discípulos, o
predicando públicamente, que en una sinagoga o en el templo de Jerusalén? ¿Por
qué durante los primeros 300 años de la iglesia gentil, esta jamás se reunió en
templos? ¿Qué había en esas iglesias primitivas que ya no tenemos en la iglesia
actual? ¿Por qué no lo tenemos? ¿Qué corrompió a la iglesia?
Para responder a estas preguntas tenemos que hacer no
solo un estudio concienzudo de la historia de la iglesia, sino del significado
de ‘iglesia’ tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Empecemos analizando nuestro concepto actual de
‘iglesia’ ante el concepto del AT. Primero que todo, el concepto de ‘iglesia’
como fue instituido por Jesús no existía
en el AT. Los creyentes en ese entonces eran los judíos como tales y se
consideraban un pueblo creyente. No existían ‘iglesias locales’ ni la gente
‘asistía’ a la iglesia. Ellos eran formados desde pequeños en sus casas,
principalmente por sus padres y familia extendida. La Palabra misma insta todo
el AT a que cada persona tenga una relación personal e independiente con Dios.
Y esta relación era formada en las casas. Cuando los menores alcanzaban la edad
escolar, asistían a una sinagoga, en dónde eran formados como en un colegio y
al mismo tiempo recibían instrucción teológica, ya que en las culturas
orientales jamás se separaba lo secular de lo divino. Las sinagogas funcionaban
todos los días y regularmente se reunían las familias para aprender de la
Palabra, en reuniones de consenso, en las cuales participaban todos los hombres
(aunque la mujer podía asistir también, a ella se le pedía permanecer callada y preguntarle sus dudas a su esposo ya en la casa) y no había un ‘pastor o director de
alabanza’ o algo por el estilo. No había algo así como un ‘culto dominical’.
Únicamente quienes eran parte de los ‘levitas’, la tribu escogida por Dios para
servirle ‘tiempo completo’, eran quienes pasaban tiempo en el templo o en
escuelas especiales de formación, como las escuelas de profetas. Sin embargo,
las ‘escuelas de profetas y levitas’ no eran instituciones; eran comunidades en
las cuales se formaba a los aprendices por medio de un mentoreo directo. Muy
similar a lo que Jesús aplicó para formar a sus discípulos. En todo esto vemos,
que no hay similitud con la iglesia institucional.
Sin embargo, si su argumento es el templo, temo
decirle que este tampoco aplica, pues al templo solo iban las personas a
presentar sus sacrificios y ofrendas 1 vez al año, y únicamente los levitas
eran quienes permanecían allí tiempo completo. Así mismo, en el templo no se
realizaba algo así como un ‘culto o servicio eclesial’. También es claro que en la
mención de Hechos en la que los primeros cristianos se reúnen en las casas y en
el templo, el autor se refiere a los judíos mesiánicos únicamente, ya que
ningún creyente gentil hubiera podido entrar al templo, o estar cerca de el, pues hubiera sido
apedreado inmediatamente. Recuerde la situación que se presento después con Pablo, por haber sido visto supuestamente con gentiles en los atrios del templo. ¿Qué hacían entonces los creyentes judíos allí? Ellos
no se reunían para un ‘servicio’; ellos iban al templo para discutir con otros
judíos sobre la fe y alcanzarlos para Cristo. ¡Iban a evangelizar!
Cuando los primeros gentiles se convierten y empiezan
a congregarse en las casas, los discípulos jamás les ordenaron o pidieron
reunirse en templos o sinagogas. Ellos habían entendido muy bien el mensaje de
Jesús al usar la palabra ‘eclesia’ para describir la iglesia, y además fueron
sensibles a la situación cultural, pues los gentiles venían de una tradición de
templos paganos, en los cuales estaban acostumbrados a la prostitución, el
sacrificio infantil y otras barbaridades, las cuales no debían repetirse en la
iglesia.
La iglesia primitiva tampoco tenía una separación
entre laicos y sacerdotes, existente en el esquema institucional actual. Se entendía
el ‘ministerio de todos los santos’.
¿Por qué entonces nuestras iglesias actuales separan a los laicos del trabajo
de la iglesia y tienen jerarquías que hacen muy difícil que una persona, que no
tenga un ‘llamado confirmado por los líderes’, pueda servir? ¿Quién es el que
realmente debe llamarnos? ¿Quién es bíblicamente hablando y según el Nuevo
Testamento nuestra cobertura y cabeza? ¿De acuerdo a Jesús, quién nos enseña
todo lo que debemos saber espiritualmente?
La iglesia primitiva no tenía denominaciones ni
divisiones. Era una iglesia completamente relacional, en las cual todos
participaban. Recordemos la recomendación de Pablo a la iglesia de los
Corintios: ‘Cuando se reúnan, cada uno
tenga un canto, una profecía, una enseñanza, etc… Pero todo sea hecho para
edificación’. ¿Se parece eso a nuestras actuales iglesias? ¿Podrías tu pararte
en pleno servicio en tu iglesia e interrumpir al que esté hablando o dirigiendo
para pedir la palabra y decir algo que el Espíritu Santo te ha revelado?
Hoy en día es más fácil ser parte de una iglesia institucional que de una iglesia en casa. En la iglesia
institucional no tienes que asumir un compromiso con tu crecimiento y relación
con Dios, solo tienes que cumplir las normas y nadie te molestará. En una
iglesia en casa tú te comprometes seriamente con tu crecimiento personal y tu
relación con Dios. Tú eres parte activa de la misma y te preparas cada día para
dar de lo que Dios te va dando. Te comprometes a que otros conozcan de Cristo y
a que tu vida le refleje en todo lo que haces. Estás realmente cumpliendo la
Gran Comisión, sin esperar a que alguna persona te autorice primeramente a
ello.
Por ahora les dejo esta reflexión y les animo a
estudiar profundamente la Palabra de Dios (la Biblia) desde sus originales.
Para ello existe un excelente Software que les recomiendo: ESword. En próximos
artículos estaré profundizando más en cada punto relacionado con ello.
A continuación las instrucciones para instalar la
Biblia Online:
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programa de esta página tal como dice ahí.
Luego de este Link http://esword-espanol.blogspot.com/search/label/Biblias instala el material
que quieras en español.
Etiquetas:
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templo
¿Cristo, el Padre y el Espíritu Santo: Invitados o Anfitriones?
“Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas
que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en
templos hechos de manos, ni es
servido por manos humanas como si necesitase algo, porque él es quien da a
todos vida y aliento y todas las cosas.”
Hechos 17:24 y 25 (RVA)
“En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios
en el Espíritu.”
Efesios 2:22 (RVA)
El mayor
anhelo de Dios es que él pueda habitar en nosotros, en Su Cuerpo, Su Eclesia; no en templos
ni lugares hechos por arquitectos, por seres humanos. ¡Él quiere ser el centro de nuestras vidas, de nuestras reuniones, de todo nuestro ser y hacer!
Pero tristemente hoy en día vemos que en
muchos lugares cristianos Él ya no es el centro de las reuniones, ni de las vidas de líderes y creyentes. Todos los
mensajes se centran en las bendiciones externas, en actividades y reglas que
tiene que cumplir el creyente, y no en la relación con él. Eso ha formado
cristianos ‘robot’, que conocen mucho de las enseñanzas de sus líderes e
iglesias, pero nada de la relación con Cristo, y que hasta siguen esas enseñanzas con un fanatismo tal, que quién se
atreva a poner algo en duda o asuma una actitud critica basada en la Palabra,
inmediatamente es descartado o discriminado.
Personalmente
me entristece mucho esta tendencia, pues cuando veo a mi alrededor, veo y
percibo una necesidad tan grande de Dios –no solo entre los no creyentes, sino con
gran dolor aun entre los mismos creyentes. Las personas están desesperadas por
un encuentro personal con Dios, y sin embargo nuestras congregaciones se centran
más en ofrecer actividades, bendiciones y otras cosas, pero no a Cristo mismo, no una
relación íntima y personal con Dios, que es tan necesaria para vivir abundantemente. Yo no puedo
imaginarme una vida sin mi relación diaria con mi Padre, sin la compañía y el
consejo diario del Hijo, y sin la ayuda y guía diaria, e incluso el poder
especial del Espíritu Santo.
Hay
congregaciones que intentan recuperar esa presencia de Dios en medio de ellos.
Allá se oyen frecuentemente expresiones como: ‘Vamos a invitar al Señor y su
gloria (o su presencia)’. Aunque esto es un comienzo, lo triste de ello es que
tratamos a Dios como si él solo fuera un invitado especial; y más triste aun es
que tan pronto su presencia viene y Dios empieza a obrar a Su manera y a
moverse con poder y autoridad, los mismos líderes que le invitaron, vuelven y
lo frenan una vez que sienten que la ‘reunión’ se les sale de las manos.
Dios no
quiere ser solamente el invitado especial de un ‘show’ en una iglesia; Dios
quiere ser el dueño total de nuestras reuniones, de nuestras vidas, el
anfitrión. Él quiere habitar (vivir como dueño) en nosotros –ni siquiera en los
lugares que hemos construido con nuestras manos para Él. Él es quién nos invita
continuamente a que seamos sus invitados a su mesa, no que nosotros lo
invitemos a él. Confundimos todo cuando pensamos al revés.
¡Cómo
cambiarían nuestras reuniones si tan solo dejáramos a Dios ser el anfitrión de
las mismas! Usted depronto me dirá: ‘Hermano, pero eso es peligroso; ¿quién
controla entonces todo? La reunión se volvería un caos’. Y precisamente allí
está nuestro problema: controlar. ¿Por qué tenemos que controlar lo que Dios
quiere hacer? Si decimos y creemos que Dios es un Dios de orden, ¿no es él
mismo quién teniendo el control, trae consigo también el orden? ¿Y qué del hecho de que Cristo es la cabeza de SU iglesia? ¿Desde cuando tenemos el derecho de controlar a nuestra cabeza? ¿O será más
bien que en realidad no le creemos? Creemos en Él, en su existencia, pero
frecuentemente no creemos en lo que él dice. Triste, ya que ‘sin fe (sin
creerle) es imposible agradar a Dios’. Ahí fallamos en muchas áreas de nuestra
fe, en que no le creemos, aunque creemos en su existencia. Y por eso no somos
capaces de confiar en él y obedecerle sin temores ni prejuicios. ¡Nuestra
actitud de fe tiene que cambiar, si queremos ver respuestas a nuestras
oraciones y si queremos experimentar su presencia real cada día con nosotros!
Yo he
tenido la oportunidad de asistir a reuniones en donde Dios ha sido el
anfitrión, y créame, han sido las reuniones más increíbles y maravillosas que
he vivido, y –para sorpresa mía y de muchos- no he visto desorden. ¡Esas
reuniones han sido de las más edificantes que he conocido! El desorden es un
prejuicio que tenemos debido a la necesidad (ni bíblica, ni razonable) de
querer controlar todo.
Hermano líder, sí usted confía en Dios; sí realmente
confía en Dios, crea que Él mismo se va a encargar del orden correcto. Aunque a
nosotros a simple vista nos parezca lo contrario, si usted afina sus sentidos y
su oído espiritual, y permanece expectante y atento a lo que Dios va haciendo y
le va mostrando, se dará cuenta muy pronto, que el orden de Dios en una reunión
es casi siempre muy diferente al nuestro. Pero los resultados de esa libertad
de acción que le damos a Dios, son mil veces más efectivos que nuestras súper
ordenadas reuniones, en donde nunca pasa nada.
Dejemos a
un lado esos temores y soltémosle a nuestro Dios todo. Dejemos que él sea el
anfitrión en nuestras vidas y sencillamente escuchemos –como lo hizo María- lo
que él tiene que decirnos. Entendamos que las personas nunca aprenderán a tener
una relación fuerte y seria con Dios, si no tienen un encuentro personal con Él
y aprenden a dejarle ser el anfitrión de sus vidas.
La actitud
que necesitamos desarrollar es la siguiente:
¡Padre, que TU siempre seas el anfitrión en mi vida y
ministerio. Forma en mí una relación íntima de amor y a pasión hacia Ti. Jesús,
gracias por permitirme ser tu amigo e invitado a tu mesa. Sacia mi hambre
espiritual con tu pan espiritual. Déjame aprender de Ti a ser cada vez más a Tu
imagen acá en la tierra y a reflejarte de tal manera que cada persona con la
que me encuentre te vea a Ti en mi. Espíritu Santo, gracias por permitirme
trabajar contigo y colaborarte. Enséñame a ser sensible y obediente a Tu voz y
guiánza, y a dejarme ser un canal para que Tu poder pueda fluir sin obstáculos
a través de mi!
Bienvenida
Queridos amigos y hermanos en la fe,
con todas las cosas que suceden hoy en día a nuestro alrededor, con todos los comentarios, las discusiones y lo dicho diariamente por cientos de personas, con todos los medios acelerando el conocimiento a nivel mundial, ¡cuán necesario se ha vuelto hoy en día revisar de nuevo nuestras creencias!
con todas las cosas que suceden hoy en día a nuestro alrededor, con todos los comentarios, las discusiones y lo dicho diariamente por cientos de personas, con todos los medios acelerando el conocimiento a nivel mundial, ¡cuán necesario se ha vuelto hoy en día revisar de nuevo nuestras creencias!
Jesús mismo había advertido de
los tiempos actuales: Marcos 13:22 - "Porque se levantarán falsos
cristos y falsos profetas, y harán señales y maravillas para engañar, de ser
posible, a los escogidos". Y aún Juan, el discípulo más cercano a
Jesús, nos advierte: 1. Juan 4:1 - "Amados, no creáis a todo espíritu,
sino probad los espíritus, si son de Dios. Porque muchos falsos profetas
han salido al mundo".
Cuanto me entristece ver a la
iglesia de hoy llena de estructuras, métodos y enseñanzas humanas, justificadas
aun con versículos bíblicos. Nada raro que esto haya prosperado así, si tenemos
un Cuerpo de Cristo que está más acostumbrado a creerle a sus líderes y maestros,
a sus seminarios e instituciones y a sus jerarquías, que a revisar la verdad en la
Palabra con la ayuda del Espíritu Santo.
Recuerde lo siguiente dicho por Jesús
al respecto: Juan 14:26 - "Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que
el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará
recordar todo lo que yo os he dicho". Y además tenemos una iglesia que
tampoco está acostumbrada a leer y estudiar la Palabra por si mismos, como solían hacer los
cristianos de Berea: Hechos 17:11 - "Estos eran más nobles que los de
Tesalónica, pues recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las
Escrituras para verificar si estas cosas eran así". Nótese bien
que la razón principal del estudio de las Escrituras por parte de los
creyentes, era ver si lo que les estaban enseñando (¡Aun el mismo Pablo!) era
verdad o no. ¡Oh, cuanto nos falta ello hoy en día!
Hoy más que nunca, con todo lo
que está llegando a nuestras iglesias y poniéndose 'de moda', es necesario que
dejemos la comodidad del 'cristianismo de banca' a un lado y seamos proactivos,
primeramente en nuestra relación con Dios y después en escuchar a Su Espíritu y
en escudriñar las Escrituras. ¿O acaso quiere usted seguir recibiendo alimento
'envenenado'?
Es el momento de que el Cuerpo de Cristo, la Eclesia de Dios, se enfoque de nuevo en su cabeza: Cristo, en vez de andar enfocada en las personas.
Por favor ore al respecto y
ponga a consideración de Dios cada mensaje, enseñanza, teoría, argumento, etc.
-sí, incluso todo lo que yo escriba en este blog-, para seguir el consejo de
Pablo a los Tesalonicenses: 1. Tesalonicenses 5:21 - "más bien,
examinadlo todo, retened lo bueno".
Dios les bendiga.
Reglas de este blog
Hola querido amigo, querida amiga...
Antes de empezar a discutir
los diferentes temas de este blog, quiero establecer unas reglas que nos van a
ayudar a que estas discusiones sean edificantes y no destructivas.
1.
Usa lenguaje respetuoso. Insultar a otros por causa de su opinión ni es correcto, ni le agrada a
Dios. Seamos respetuosos como Jesús mismo lo fue, aunque no estemos de acuerdo
en todo lo que se plantee. Hay formas de decir las cosas, sin herir ni insultar
a otros.
2.
Como dice el dicho: "Si
no tienes nada bueno que decir de alguien, mejor no digas nada". Si
necesitas usar un ejemplo de la vida real para explicar un punto, por favor omite
nombres de personas e instituciones. No estamos acá para juzgar a otros,
sino para juzgar lo que otros enseñan, y para ello no es necesario
mencionar nombres. Quienes enseñan falsedades serán juzgados por Dios mismo a
su tiempo; nuestro trabajo solo consiste en sacar a la luz las falsas
enseñanzas.
3.
Mantén siempre una actitud
enseñable y al mismo tiempo crítica. Ponte a
disposición de escudriñarlo (estudiarlo, analizarlo) todo, y al mismo tiempo de
sacar lo bueno de ello. Lo más correcto es que cada comentario que aquí se
coloque sea filtrado a la luz del Espíritu Santo y de las Escrituras.
Los comentarios que NO
respeten estas reglas no serán publicados o solo serán publicados en
parte. Sus autores no tendrán derecho a reclamo, si han incumplido alguna de
estas reglas de discusión.
Bendiciones y muchas gracias
por participar en esta discusión.
Su amigo y hermano,
David Roncancio
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