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lunes, 28 de marzo de 2016

Juan 17:1-26 – La oración de Jesús


Estando en el huerto en el que Jesús solía orar, él se toma un tiempo intensivo para hablar con su Padre. Está escena probablemente sucede mientras los discípulos esperan y se duermen. Parece que Juan permanece suficiente tiempo despierto y cerca como para escuchar la oración de Jesús, lo que también implica que Jesús oraba en voz alta.

Después de que (Estas cosas habló) Jesús dijo esto, dirigió la mirada (levantó sus ojos) al cielo y oró así (dijo):

«Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti, ya que (así como) le has conferido (dado) autoridad (gr. exosia: privilegio, fuerza, capacidad, competencia, habilidad, influencia delegada) sobre todo mortal (toda carne, todo cuerpo) para que él les conceda (dé) vida eterna (perpetua) a todos los que le has dado. Y ésta es la vida eterna (perpetua): (para) que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo (Jesús, el Cristo – el Mesías, el Ungido), a quien tú has enviado (puesto aparte, enviado con una misión). Yo te he glorificado en la tierra (globo terráqueo), y he llevado a cabo la obra que me encomendaste (diste para hacer). Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia (en tu cercanía) con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera (o: con la gloria que tuve antes de que el cosmos existiera en tu cercanía).

Cómo vemos Jesús al orar lo hace en voz alta y se dirige directamente al Padre. ¿Qué podemos aprender de la forma en que Jesús ora? ¿Qué implica la forma en que ora?

Según el inicio de la oración, ¿de qué era consiente Jesús?

¿Qué significa que a Jesús le fue dada influencia delegada sobre toda carne para dar vida eterna a todos los que el Padre le ha dado? ¿Qué implica esto para nosotros?

¿Qué es la vida eterna?

¿Cuál era la gloria que Jesús tenía antes de la creación?

»(Hice aparente tu nombre, tu autoridad, tu carácter a los seres humanos que me diste del mundo) A los (seres humanos) que me diste del mundo les he revelado (hacer aparente) quién eres (tu nombre – autoridad, carácter). Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido (guardado, mantenido) tu palabra (gr.: logos). Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti (tuyo es), porque les he entregado las palabras que me diste (porque las palabras que me diste a ellos les diste), y ellos las aceptaron (tomaron); (y) saben con certeza (verdaderamente) que salí (fui despachado) de ti (tu lado), y han creído que tú me enviaste (pusiste aparte para enviarme).

¿Qué fue lo que Jesús hizo aparente al mundo? ¿Por qué era importante que el hiciera aparente la autoridad y el carácter del Padre?

¿Por qué era importante que Jesús le revelara al mundo quién es el Padre?

¿De quién eran los que creyeron? ¿A quién le fueron dados? ¿Qué significa eso para nosotros?

¿Qué paso en ellos por guardar la palabra del Padre? ¿Por qué les ayudo eso en su fe?

Ruego (pido) por (con respecto a) ellos. No ruego (pido) por el (con respecto al) mundo, sino por los (aquellos) que me has dado, porque son tuyos. (Y lo mío, todo es tuyo)) Todo lo que yo tengo es tuyo, y todo lo que tú tienes es (y lo tuyo) mío; y por medio de (en) ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar por (estoy) más (tiempo) en el mundo, pero ellos están (todavía) en el mundo, y yo (a tu lado) vuelvo a ti.

¿Por quién intercede Jesús? ¿Por qué? ¿Qué es lo que pide?

¿Qué afirmaciones hace Jesús acá?

»Padre santo (sagrado), protégelos (guarda a los que me diste) con el poder de (en) tu nombre (autoridad, carácter), (el nombre que me diste), para que sean uno, lo mismo que (así como) nosotros. Mientras estaba con (entre) ellos, los protegía (guardaba en el nombre tuyo a los que me diste) y los preservaba (mediante el nombre que me diste), y ninguno (de ellos) se perdió (destruyó totalmente) sino aquel que nació para perderse (el hijo de perdición, ruina), a fin de (para) que se cumpliera (completara) la Escritura.

¿Cómo describe Jesús al Padre? ¿Qué significa que sea santo?

¿Qué le pide con respecto a los discípulos? ¿Con que objetivo lo pide?

¿Qué significa que los guarde en el nombre del Padre?

¿Qué significa que seamos uno, así como Jesús y el Padre? ¿Cómo se ve eso prácticamente?

¿Qué hacía Jesús por los discípulos mientras estaba con ellos? ¿Quién lo haría ahora que él se va?

¿Por qué tuvo que perderse Judas? A pesar de ello, ¿tenía alguna opción de arrepentimiento? ¿Por qué si o por qué no?

»Ahora vuelvo a ti (hacia ti voy), pero digo estas cosas (mientras todavía estoy) en el mundo, para que tengan (en ellos) mi alegría (gozo) en plenitud (repleto, completo). Yo les he entregado (dado) tu palabra (gr. logos), y el mundo los ha odiado (detestado) porque no son del mundo, como tampoco (no) yo soy del mundo. No te pido que los quites (saques) del mundo, sino que los protejas (guardes, mantengas, en el sentido de cuidar y proteger) del maligno (de la maldad, lo malo). Ellos no son del mundo, (así) como tampoco lo soy yo. Santifícalos (hazlos santos, puros, consagrados) en la verdad; tu palabra (gr. logos) es la verdad. Como tú me enviaste (gr. apostello: pusiste aparte para enviarme con una misión) al mundo, yo los envío (he enviado con una misión – apostello) también al mundo. Y por (el bien de) ellos me santifico (hago santo, puro, me consagro) a mí mismo, para que también ellos sean santificados (purificados, consagrados) en la verdad.

¿Para qué dice Jesús lo que está diciendo mientras todavía está con los discípulos?

¿Cuál es ese gozo en plenitud que Jesús da?

¿Si no somos de este mundo, de dónde somos?

¿Por qué Jesús no pide que saque a los discípulos de este mundo? ¿Qué pide a cambio?

¿Qué es lo que nos santifica?

¿Cuál es la misión con la que Jesús envía? – La palabra apóstol se deriva del griego ‘apostello’. Un apóstol no es una persona con un título especial, es sencillamente alguien enviado, puesto aparte, con una misión. Hoy en día diríamos que es un misionero.

¿Por qué Jesús se santifica? ¿Luego no es santo ya?

»No ruego (pido) sólo por (con respecto a) éstos. Ruego (sino) también por los que han de creer (creen, ponen su confianza) en mí por el mensaje (de la palabra – logos) de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite (para) que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea (confíe en) que tú me has enviado (puesto aparte con una misión). Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite (para) que alcancen la perfección (puedan ser completados) en la unidad, y así (para que) el mundo reconozca (sepa) que tú me enviaste (con una misión) y que los has amado (gr. agapao) a ellos tal como me has amado a mí.

¿Quiénes son aquellos por los que pide también Jesús?

¿Cómo llegarían ellos a creer?

¿Qué es lo que pide? ¿Por qué el ser uno es tan importante? ¿Cómo es representada esa unidad según Jesús? ¿Qué significa eso para nosotros?

El Padre y Jesús son uno, porque Jesús y el Padre son uno. Nosotros debemos hacer parte de esa unidad al ser uno en Cristo. Si hablamos de que la iglesia bíblica (la eclesia) es el cuerpo de Cristo, entonces al ser parte de la iglesia universal y trabajar en conjunto con Jesús, a través de Su Espíritu Santo, haciendo Su voluntad, entonces siendo el cuerpo, somos Cristo mismo en esta tierra, y siendo Cristo, somos también el Padre. La trinidad funciona así: El Padre va primero, Jesús está en unidad con él, nosotros en unidad con Jesús y el Espíritu Santo en nosotros completa la unidad con Jesús, así como el Padre están en Jesús y Jesús en el Padre, el Espíritu Santo está en nosotros y nosotros en Cristo.

Según lo que dice Jesús aquí, ¿cómo somos perfeccionados en unidad? ¿Qué produce la unidad frente al mundo? ¿Por qué?

»Padre, quiero (deseo, determinación) que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean (disciernan) mi gloria, la (gloria) que me has dado porque me amaste (gr. ágape) desde antes de la creación (disposición, fundación, concepción) del mundo.

¿Qué le pide Jesús al Padre? ¿Por qué?

¿Desde cuándo ama el Padre a Jesus? ¿Qué implica eso?

Jesús existió antes de la creación y fue parte activa en ella, aunque no se le menciona directamente en el AT. Los eruditos coinciden en que las referencias con respecto al ‘ángel del Señor’ se refieren a Jesús, y en que los encuentros personales directos con Dios mencionados en el AT, eran en realidad directamente con Jesús. Ejemplo: Los 3 hombres que visitan a Abraham, la lucha de Jacob con el ángel, etc.

»Padre justo (equitativo, santo, inocente), aunque el mundo no te conoce (ha conocido), yo sí te conozco (he conocido), y éstos reconocen (saben) que tú me enviaste (pusiste aparte con una misión). Yo les he dado a conocer (hecho saber) quién eres (tu nombre – autoridad, carácter), y seguiré haciéndolo (lo haré saber), para que el amor (gr. ágape) con que me has amado esté en ellos, y yo (mismo esté) en ellos.»


¿Cómo describe Jesús al Padre? ¿Qué significa ser ‘equitativo’?


¿Quiénes son los que saben que el Padre envió a Jesús con una misión? ¿Por qué?


¿Qué nos dio a conocer Jesús, y seguirá haciendo,  con respecto al Padre? ¿Qué implica eso? ¿Con qué objetivo lo hace?

miércoles, 26 de febrero de 2014

Juan 1:1-18 (1) - El Verbo se hizo hombre


En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.

Juan inicia su evangelio hablando del “Verbo”. La palabra griega acá es: ‘logos’, que significa algo dicho o pensado, y está relacionado con un plan divino (2). Al ver todo el contexto del capítulo, podemos deducir que al hablar del Verbo, Juan está hablando de Jesús. El deja claro que Jesús ya estaba presente (existía) desde el principio de todo, que estaba además con Dios y que era Dios, lo cual nos habla de su relación con la trinidad (un Dios trino – en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo).

Él estaba con Dios en el principio.
Por medio de él todas las cosas (todo) fueron creadas (generado; llamado a existencia);
sin él (aparte de él), nada de lo creado llegó a existir.
En él estaba la vida,
y la vida era la luz (manifestación) de la humanidad.
Esta luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no han podido extinguirla (poseerla).

Jesús no solo estaba con Dios en el principio, sino que estuvo directamente activo en la creación de todo, y que si no hubiera sido por él, nada existiría, pues en el mismo estaba contenida toda la vida. Esa vida trajo luz a una humanidad cubierta de tinieblas (literalmente al momento de la creación, pero también espiritualmente) y esas tinieblas no pudieron extinguir esa luz. Cristo no pudo ser vencido por Satanás cuando las tinieblas trataron de extinguirlo o poseer lo que le pertenecía: su creación.

Vino (existió) un hombre llamado Juan (el Bautista). Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, (Existió un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan (Juan: Jehová es un dador de gracia/amable). El cual vino como testigo, para dar evidencia/testimonio de la luz) a fin de que por medio de él todos creyeran (tuvieran fe). Juan (El) no era la (esa) luz, sino que vino para dar testimonio (evidencia) de la (esa) luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.(3)

Después Juan habla de otro contemporáneo que existió en la época de Jesús, y con quien Juan estuvo relacionado también: Juan el Bautista. Para la época en que Juan escribió su evangelio, tanto Juan el Bautista como Jesús ya no estaban en la tierra. Juan había sido discípulo de Juan el Bautista y conocía bien el mensaje de este sobre el futuro Mesías. Así que Juan lo introduce como la persona enviada por Dios para dar testimonio de la existencia de la luz (Jesús). Esto lo hizo con el objetivo de que por medio de Jesús todas las personas pudieran tener fe, pudieran creer. Juan aclara que el Bautista no era esa luz, sino únicamente su proclamador y testigo. Jesús es la luz verdadera, que vino al mundo para traer luz a todos. ¿Qué hace la luz? Al alumbrar saca a la luz lo oculto y escondido, y muestra las cosas como son. Pero también sirve de guía, apoyo y seguridad en medio de las tinieblas. Jesús vino a ser nuestra guía y seguridad en las tinieblas.

(El que era la luz ya) estaba en el mundo (cosmos), y el mundo (cosmos) fue creado (generado) por medio de él, pero el mundo (cosmos) no lo reconoció (conoció). Vino a lo que era suyo (lo que le pertenecía), pero los suyos (lo que le pertenecía) no lo recibieron (no se asociaron con él). Mas (Pero) a cuantos lo recibieron (le tomaron; se apropiaron de él), a los que creen (tienen fe) en su nombre (nombre: carácter, autoridad), les dio el derecho (exousia: privilegio, permiso, habilidad, poder - autoridad) de ser (llegar a ser, creados) hijos (teknon: hijo concebido) de Dios. (Los cuales no son procreados) Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales (determinación/deseo de la carne), ni por voluntad humana (determinación del hombre), sino (que nacen) de Dios.

Juan continua explicando de nuevo que Jesús ya estaba en mundo, pues era su Creador, pero que su creación no reconoció quién era él – a su Creador. Vino a lo que le pertenecía, a su Creación, pero esa misma creación le rechazó y no se unieron a él. Sin embargo, quienes si le recibieron y se apropiaron de su Creador, quienes creyeron en su carácter y autoridad, en quién él es, recibieron la autoridad y el privilegio de llegar a ser hijos concebidos por Dios. Estos hijos no son creados por procreación biológica debido a los deseos y voluntad de un hombre, sino que vienen de Dios. Dios es quien los engendra (espiritualmente).

Y el Verbo (lo dicho) se hizo hombre (carne) y habitó (4) entre nosotros. (Y hemos contemplado (vimos) su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre (del único nacido del Padre)), lleno (repleto, cubierto) de gracia y de verdad.

Y esa palabra dicha (la palabra convertida en acción), o sea Dios/Jesús, se hizo humano y vivió entre los humanos. ‘Estableció su carpa’ como un peregrino, como de paso. Y mientras estuvo con nosotros, tuvimos (Juan y los demás discípulos) la oportunidad de ver su gloria. Esa gloria que es la que corresponde a un hijo único nacido de Dios Padre, quien abunda en gracia y verdad.

Juan (el Bautista) dio testimonio (testificó) de él, y a voz en cuello proclamó (gritó): «Éste es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí (se ha convertido en el que está delante de mí), porque existía (estaba – en tiempo) antes que yo.” » De su plenitud (llenura) todos hemos recibido (tomado) gracia sobre (ante) gracia, pues la ley (lo establecido) fue dada por medio de Moisés (sacado/rescatado), mientras que la gracia y la verdad nos han llegado (fue generada) por medio de Jesucristo (Jesús, el ungido. Jesús = salvación). A Dios nadie lo ha visto (discernido) nunca; el Hijo unigénito (único), que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre (que se encuentra en el regazo del Padre), nos lo ha dado a conocer (lo ha declarado/mostrado).

Juan el Bautista entonces testifico de Jesús cuando al bautizar a las personas las llamaba al arrepentimiento, y cuando Jesús vino a bautizarse dijo también: 'Este (Jesús) es del cual yo siempre he estado diciendo que va delante de mí, que es superior a mí, porque en el tiempo él ha existido antes que yo (aunque en edad Juan era mayor)'. Asi mismo continua diciendo, que de toda esa llenura que Dios provee, recibimos a través de Jesús gracia y más gracia, porque la ley (que seguían los judios) fue dada por Moisés y era válida para el Antiguo Pacto, mientras que la gracia y la verdad fueron creadas por medio de Jesús para un Nuevo Pacto.
Recordemos que la ley de Moisés establecía una serie de leyes y sacrificios por medio de los cuales el pueblo se purificaba de sus pecados y transgresiones contra Dios. Con Cristo cambia esto. Jesús es el sacrificio eterno y único por el pecado, y el cumplimiento puro de la ley mosaica. Por ende ya no hay que necesidad de seguir con los sacrificios o las reglas mosaicas. Jesús establece un Nuevo Pacto basado en la gracia y la fe.  El apóstol Pablo nos recuerda esto al explicar en su carta a los Romanos que "somos salvos por gracia (un regalo inmerecido e incondicional), por medio de la fe (confianza), no por obras, para que nadie se glorie - nadie diga que logro hacerse salvo a si mismo)". De manera que nuestra salvación y justificación ya no dependen de los sacrificios que hagamos o las leyes que cumplamos, sino de aceptar en fe ese regalo incondicional dado por Dios a través de su Hijo Jesús.
Juan continua diciendo entonces que ninguna persona ha visto jamás a Dios cara a cara, que Jesús, que es el único Hijo y a la vez Dios mismo, y que además está en una relación íntima y cercana con el Padre, es quien nos ha dado a conocer a Dios a través de su ejemplo, al ser Dios mismo actuando lo dicho, el plan divino.

  1. Para este estudio hemos usado la Nueva Versión Internacional. Entre paréntesis están los posibles significados o traducciones de la palabra original.
  2. La palabra ‘logos’ fue introducida por Heráclito hacia el año 60 A.C. y estaba relacionada con el plan divino, que era verbalizado.
  3. Juan 1:9 Esa … mundo. Lit. (Esa) era la luz verdadera que alumbra a todo ser humano(,) que viene (vino) al mundo (cosmos).
  4. Juan 1:14 habitó. Lit. puso su carpa. Acampó.

sábado, 18 de enero de 2014

¿Iglesia – institucional (templo) u orgánica (cuerpo), qué es lo bíblico?…



Hechos 17:24 (BdLA)

¿En que piensas cuando te preguntan por ‘iglesia’?

La mayoría de las personas se imagina una edificación, un templo o un grupo de personas que se reúnen en un lugar para seguir un orden litúrgico de la reunión y a escuchar a alguien ‘especial’ dando una charla o dirigiendo un ‘show’.

¿Será que eso era a lo que Jesús se refirió cuando le dijo a Pedro: ‘Sobre esa roca (la afirmación que Pedro acababa de hacer de que Jesús era el Hijo de Dios) edificaré mi iglesia (gr. eclesia)…’?

No creo, pues la palabra que Jesús usa aquí para describir iglesia, la palabra ‘eclesia’, no tiene nada que ver con edificaciones. La palabra griega ‘eclesia’ era una palabra del contexto político y no del religioso. Significa literalmente: el llamado a una reunión de los ciudadanos de una ciudad específica para discutir y definir en consenso los asuntos concernientes a esa misma comunidad.

Estoy convencido que la razón de por qué la iglesia de hoy no se parece en nada a la iglesia primitiva está principalmente en que no nos hemos hecho las preguntas correctas en cuanto a ella. Piense entonces en las siguientes preguntas:

¿Por qué no usa Jesús una palabra más acorde con ‘sinagoga’ o ‘templo’ para describir o establecer la ‘iglesia’? ¿Por qué Jesús mismo pasaba más tiempo visitando las casas de pecadores y de los discípulos, o predicando públicamente, que en una sinagoga o en el templo de Jerusalén? ¿Por qué durante los primeros 300 años de la iglesia gentil, esta jamás se reunió en templos? ¿Qué había en esas iglesias primitivas que ya no tenemos en la iglesia actual? ¿Por qué no lo tenemos? ¿Qué corrompió a la iglesia?

Para responder a estas preguntas tenemos que hacer no solo un estudio concienzudo de la historia de la iglesia, sino del significado de ‘iglesia’ tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Empecemos analizando nuestro concepto actual de ‘iglesia’ ante el concepto del AT. Primero que todo, el concepto de ‘iglesia’ como fue instituido por Jesús no existía en el AT. Los creyentes en ese entonces eran los judíos como tales y se consideraban un pueblo creyente. No existían ‘iglesias locales’ ni la gente ‘asistía’ a la iglesia. Ellos eran formados desde pequeños en sus casas, principalmente por sus padres y familia extendida. La Palabra misma insta todo el AT a que cada persona tenga una relación personal e independiente con Dios. Y esta relación era formada en las casas. Cuando los menores alcanzaban la edad escolar, asistían a una sinagoga, en dónde eran formados como en un colegio y al mismo tiempo recibían instrucción teológica, ya que en las culturas orientales jamás se separaba lo secular de lo divino. Las sinagogas funcionaban todos los días y regularmente se reunían las familias para aprender de la Palabra, en reuniones de consenso, en las cuales participaban todos los hombres (aunque la mujer podía asistir también, a ella se le pedía permanecer callada y preguntarle sus dudas a su esposo ya en la casa) y no había un ‘pastor o director de alabanza’ o algo por el estilo. No había algo así como un ‘culto dominical’. Únicamente quienes eran parte de los ‘levitas’, la tribu escogida por Dios para servirle ‘tiempo completo’, eran quienes pasaban tiempo en el templo o en escuelas especiales de formación, como las escuelas de profetas. Sin embargo, las ‘escuelas de profetas y levitas’ no eran instituciones; eran comunidades en las cuales se formaba a los aprendices por medio de un mentoreo directo. Muy similar a lo que Jesús aplicó para formar a sus discípulos. En todo esto vemos, que no hay similitud con la iglesia institucional.

Sin embargo, si su argumento es el templo, temo decirle que este tampoco aplica, pues al templo solo iban las personas a presentar sus sacrificios y ofrendas 1 vez al año, y únicamente los levitas eran quienes permanecían allí tiempo completo. Así mismo, en el templo no se realizaba algo así como un ‘culto o servicio eclesial’. También es claro que en la mención de Hechos en la que los primeros cristianos se reúnen en las casas y en el templo, el autor se refiere a los judíos mesiánicos únicamente, ya que ningún creyente gentil hubiera podido entrar al templo, o estar cerca de el, pues hubiera sido apedreado inmediatamente. Recuerde la situación que se presento después con Pablo, por haber sido visto supuestamente con gentiles en los atrios del templo. ¿Qué hacían entonces los creyentes judíos allí? Ellos no se reunían para un ‘servicio’; ellos iban al templo para discutir con otros judíos sobre la fe y alcanzarlos para Cristo. ¡Iban a evangelizar!

Cuando los primeros gentiles se convierten y empiezan a congregarse en las casas, los discípulos jamás les ordenaron o pidieron reunirse en templos o sinagogas. Ellos habían entendido muy bien el mensaje de Jesús al usar la palabra ‘eclesia’ para describir la iglesia, y además fueron sensibles a la situación cultural, pues los gentiles venían de una tradición de templos paganos, en los cuales estaban acostumbrados a la prostitución, el sacrificio infantil y otras barbaridades, las cuales no debían repetirse en la iglesia.

La iglesia primitiva tampoco tenía una separación entre laicos y sacerdotes, existente en el esquema institucional actual. Se entendía el ‘ministerio de todos los santos’. ¿Por qué entonces nuestras iglesias actuales separan a los laicos del trabajo de la iglesia y tienen jerarquías que hacen muy difícil que una persona, que no tenga un ‘llamado confirmado por los líderes’, pueda servir? ¿Quién es el que realmente debe llamarnos? ¿Quién es bíblicamente hablando y según el Nuevo Testamento nuestra cobertura y cabeza? ¿De acuerdo a Jesús, quién nos enseña todo lo que debemos saber espiritualmente?

La iglesia primitiva no tenía denominaciones ni divisiones. Era una iglesia completamente relacional, en las cual todos participaban. Recordemos la recomendación de Pablo a la iglesia de los Corintios: ‘Cuando se reúnan, cada uno tenga un canto, una profecía, una enseñanza, etc… Pero todo sea hecho para edificación’. ¿Se parece eso a nuestras actuales iglesias? ¿Podrías tu pararte en pleno servicio en tu iglesia e interrumpir al que esté hablando o dirigiendo para pedir la palabra y decir algo que el Espíritu Santo te ha revelado?

Hoy en día es más fácil ser parte de una iglesia institucional que de una iglesia en casa. En la iglesia institucional no tienes que asumir un compromiso con tu crecimiento y relación con Dios, solo tienes que cumplir las normas y nadie te molestará. En una iglesia en casa tú te comprometes seriamente con tu crecimiento personal y tu relación con Dios. Tú eres parte activa de la misma y te preparas cada día para dar de lo que Dios te va dando. Te comprometes a que otros conozcan de Cristo y a que tu vida le refleje en todo lo que haces. Estás realmente cumpliendo la Gran Comisión, sin esperar a que alguna persona te autorice primeramente a ello.

Por ahora les dejo esta reflexión y les animo a estudiar profundamente la Palabra de Dios (la Biblia) desde sus originales. Para ello existe un excelente Software que les recomiendo: ESword. En próximos artículos estaré profundizando más en cada punto relacionado con ello.

A continuación las instrucciones para instalar la Biblia Online:

http://www.e-sword.net/downloads.html - Instalar el programa de esta página tal como dice ahí.

Luego de este Link http://esword-espanol.blogspot.com/search/label/Biblias instala el material que quieras en español.

¿Cristo, el Padre y el Espíritu Santo: Invitados o Anfitriones?


“Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos,  ni es servido por manos humanas como si necesitase algo, porque él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.

Hechos 17:24 y 25 (RVA)

“En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Efesios 2:22 (RVA)

El mayor anhelo de Dios es que él pueda habitar en nosotros, en Su Cuerpo, Su Eclesia; no en templos ni lugares hechos por arquitectos, por seres humanos. ¡Él quiere ser el centro de nuestras vidas, de nuestras reuniones, de todo nuestro ser y hacer!
Pero tristemente hoy en día vemos que en muchos lugares cristianos Él ya no es el centro de las reuniones, ni de las vidas de líderes y creyentes. Todos los mensajes se centran en las bendiciones externas, en actividades y reglas que tiene que cumplir el creyente, y no en la relación con él. Eso ha formado cristianos ‘robot’, que conocen mucho de las enseñanzas de sus líderes e iglesias, pero nada de la relación con Cristo, y que hasta siguen esas enseñanzas con un fanatismo tal, que quién se atreva a poner algo en duda o asuma una actitud critica basada en la Palabra, inmediatamente es descartado o discriminado.

Personalmente me entristece mucho esta tendencia, pues cuando veo a mi alrededor, veo y percibo una necesidad tan grande de Dios –no solo entre los no creyentes, sino con gran dolor aun entre los mismos creyentes. Las personas están desesperadas por un encuentro personal con Dios, y sin embargo nuestras congregaciones se centran más en ofrecer actividades, bendiciones y otras cosas, pero no a Cristo mismo, no una relación íntima y personal con Dios, que es tan necesaria para vivir abundantemente. Yo no puedo imaginarme una vida sin mi relación diaria con mi Padre, sin la compañía y el consejo diario del Hijo, y sin la ayuda y guía diaria, e incluso el poder especial del Espíritu Santo.

Hay congregaciones que intentan recuperar esa presencia de Dios en medio de ellos. Allá se oyen frecuentemente expresiones como: ‘Vamos a invitar al Señor y su gloria (o su presencia)’. Aunque esto es un comienzo, lo triste de ello es que tratamos a Dios como si él solo fuera un invitado especial; y más triste aun es que tan pronto su presencia viene y Dios empieza a obrar a Su manera y a moverse con poder y autoridad, los mismos líderes que le invitaron, vuelven y lo frenan una vez que sienten que la ‘reunión’ se les sale de las manos.

Dios no quiere ser solamente el invitado especial de un ‘show’ en una iglesia; Dios quiere ser el dueño total de nuestras reuniones, de nuestras vidas, el anfitrión. Él quiere habitar (vivir como dueño) en nosotros –ni siquiera en los lugares que hemos construido con nuestras manos para Él. Él es quién nos invita continuamente a que seamos sus invitados a su mesa, no que nosotros lo invitemos a él. Confundimos todo cuando pensamos al revés.

¡Cómo cambiarían nuestras reuniones si tan solo dejáramos a Dios ser el anfitrión de las mismas! Usted depronto me dirá: ‘Hermano, pero eso es peligroso; ¿quién controla entonces todo? La reunión se volvería un caos’. Y precisamente allí está nuestro problema: controlar. ¿Por qué tenemos que controlar lo que Dios quiere hacer? Si decimos y creemos que Dios es un Dios de orden, ¿no es él mismo quién teniendo el control, trae consigo también el orden? ¿Y qué del hecho de que Cristo es la cabeza de SU iglesia? ¿Desde cuando tenemos el derecho de controlar a nuestra cabeza? ¿O será más bien que en realidad no le creemos? Creemos en Él, en su existencia, pero frecuentemente no creemos en lo que él dice. Triste, ya que ‘sin fe (sin creerle) es imposible agradar a Dios’. Ahí fallamos en muchas áreas de nuestra fe, en que no le creemos, aunque creemos en su existencia. Y por eso no somos capaces de confiar en él y obedecerle sin temores ni prejuicios. ¡Nuestra actitud de fe tiene que cambiar, si queremos ver respuestas a nuestras oraciones y si queremos experimentar su presencia real cada día con nosotros!

Yo he tenido la oportunidad de asistir a reuniones en donde Dios ha sido el anfitrión, y créame, han sido las reuniones más increíbles y maravillosas que he vivido, y –para sorpresa mía y de muchos- no he visto desorden. ¡Esas reuniones han sido de las más edificantes que he conocido! El desorden es un prejuicio que tenemos debido a la necesidad (ni bíblica, ni razonable) de querer controlar todo.
Hermano líder, sí usted confía en Dios; sí realmente confía en Dios, crea que Él mismo se va a encargar del orden correcto. Aunque a nosotros a simple vista nos parezca lo contrario, si usted afina sus sentidos y su oído espiritual, y permanece expectante y atento a lo que Dios va haciendo y le va mostrando, se dará cuenta muy pronto, que el orden de Dios en una reunión es casi siempre muy diferente al nuestro. Pero los resultados de esa libertad de acción que le damos a Dios, son mil veces más efectivos que nuestras súper ordenadas reuniones, en donde nunca pasa nada.

Dejemos a un lado esos temores y soltémosle a nuestro Dios todo. Dejemos que él sea el anfitrión en nuestras vidas y sencillamente escuchemos –como lo hizo María- lo que él tiene que decirnos. Entendamos que las personas nunca aprenderán a tener una relación fuerte y seria con Dios, si no tienen un encuentro personal con Él y aprenden a dejarle ser el anfitrión de sus vidas.

La actitud que necesitamos desarrollar es la siguiente:

¡Padre, que TU siempre seas el anfitrión en mi vida y ministerio. Forma en mí una relación íntima de amor y a pasión hacia Ti. Jesús, gracias por permitirme ser tu amigo e invitado a tu mesa. Sacia mi hambre espiritual con tu pan espiritual. Déjame aprender de Ti a ser cada vez más a Tu imagen acá en la tierra y a reflejarte de tal manera que cada persona con la que me encuentre te vea a Ti en mi. Espíritu Santo, gracias por permitirme trabajar contigo y colaborarte. Enséñame a ser sensible y obediente a Tu voz y guiánza, y a dejarme ser un canal para que Tu poder pueda fluir sin obstáculos a través de mi!