En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.
Juan inicia su evangelio hablando del “Verbo”. La palabra griega acá
es: ‘logos’, que significa algo dicho o pensado, y está relacionado con un plan
divino (2). Al ver todo el contexto del capítulo, podemos deducir
que al hablar del Verbo, Juan está hablando de Jesús. El deja claro que Jesús
ya estaba presente (existía) desde el principio de todo, que estaba además con
Dios y que era Dios, lo cual nos habla de su relación con la trinidad (un Dios
trino – en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Él estaba con Dios en
el principio.
Por medio de él todas las cosas (todo) fueron creadas (generado;
llamado a existencia);
sin él (aparte de él), nada de lo creado llegó a existir.
En él estaba la vida,
y la vida era la luz (manifestación) de la humanidad.
Esta luz resplandece en las tinieblas,
Esta luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no han podido extinguirla (poseerla).
Jesús no solo
estaba con Dios en el principio, sino que estuvo directamente activo en la
creación de todo, y que si no hubiera sido por él, nada existiría, pues en el
mismo estaba contenida toda la vida. Esa vida trajo luz a una humanidad
cubierta de tinieblas (literalmente al momento de la creación, pero también
espiritualmente) y esas tinieblas no pudieron extinguir esa luz. Cristo no pudo
ser vencido por Satanás cuando las tinieblas trataron de extinguirlo o poseer
lo que le pertenecía: su creación.
Vino (existió) un hombre llamado Juan (el Bautista). Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, (Existió un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan (Juan: Jehová es un dador de gracia/amable). El cual vino como testigo, para dar evidencia/testimonio de la luz) a fin de que por medio de él todos creyeran (tuvieran fe). Juan (El) no era la (esa) luz, sino que vino para dar testimonio (evidencia) de la (esa) luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.(3)
Después
Juan habla de otro contemporáneo que existió en la época de Jesús, y con quien
Juan estuvo relacionado también: Juan el Bautista. Para la época en que Juan
escribió su evangelio, tanto Juan el Bautista como Jesús ya no estaban en la
tierra. Juan había sido discípulo de Juan el Bautista y conocía bien el mensaje
de este sobre el futuro Mesías. Así que Juan lo introduce como la persona
enviada por Dios para dar testimonio de la existencia de la luz (Jesús). Esto
lo hizo con el objetivo de que por medio de Jesús todas las personas pudieran
tener fe, pudieran creer. Juan aclara que el Bautista no era esa luz, sino
únicamente su proclamador y testigo. Jesús es la luz verdadera, que vino al
mundo para traer luz a todos. ¿Qué hace la luz? Al alumbrar saca a la luz lo
oculto y escondido, y muestra las cosas como son. Pero también sirve de guía,
apoyo y seguridad en medio de las tinieblas. Jesús vino a ser nuestra guía y
seguridad en las tinieblas.
(El que
era la luz ya) estaba en el mundo (cosmos), y el mundo (cosmos) fue creado
(generado) por medio de él, pero el mundo (cosmos) no lo reconoció (conoció).
Vino a lo que era suyo (lo que le pertenecía), pero los suyos (lo que le
pertenecía) no lo recibieron (no se asociaron con él). Mas (Pero) a cuantos lo
recibieron (le tomaron; se apropiaron de él), a los que creen (tienen fe) en su
nombre (nombre: carácter, autoridad), les dio el derecho (exousia: privilegio,
permiso, habilidad, poder - autoridad) de ser (llegar a ser, creados) hijos (teknon:
hijo concebido) de Dios. (Los cuales no son procreados) Éstos no nacen de la
sangre, ni por deseos naturales (determinación/deseo de la carne), ni por
voluntad humana (determinación del hombre), sino (que nacen) de Dios.
Juan
continua explicando de nuevo que Jesús ya estaba en mundo, pues era su Creador,
pero que su creación no reconoció quién era él – a su Creador. Vino a lo que le
pertenecía, a su Creación, pero esa misma creación le rechazó y no se unieron a
él. Sin embargo, quienes si le recibieron y se apropiaron de su Creador,
quienes creyeron en su carácter y autoridad, en quién él es, recibieron la
autoridad y el privilegio de llegar a ser hijos concebidos por Dios. Estos
hijos no son creados por procreación biológica debido a los deseos y voluntad
de un hombre, sino que vienen de Dios. Dios es quien los engendra
(espiritualmente).
Y el
Verbo (lo dicho) se hizo hombre (carne) y habitó (4) entre nosotros. (Y
hemos contemplado (vimos) su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito
del Padre (del único nacido del Padre)), lleno (repleto, cubierto) de gracia y
de verdad.
Y esa
palabra dicha (la palabra convertida en acción), o sea Dios/Jesús, se hizo humano
y vivió entre los humanos. ‘Estableció su carpa’ como un peregrino, como de
paso. Y mientras estuvo con nosotros, tuvimos (Juan y los demás discípulos) la
oportunidad de ver su gloria. Esa gloria que es la que corresponde a un hijo
único nacido de Dios Padre, quien abunda en gracia y verdad.
Juan (el
Bautista) dio testimonio (testificó) de él, y a voz en cuello proclamó (gritó):
«Éste es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí
(se ha convertido en el que está delante de mí), porque existía (estaba – en
tiempo) antes que yo.” » De su plenitud (llenura) todos hemos recibido (tomado)
gracia sobre (ante) gracia, pues la ley (lo establecido) fue dada por medio de
Moisés (sacado/rescatado), mientras que la gracia y la verdad nos han llegado (fue
generada) por medio de Jesucristo (Jesús, el ungido. Jesús = salvación). A Dios
nadie lo ha visto (discernido) nunca; el Hijo unigénito (único), que es Dios y
que vive en unión íntima con el Padre (que se encuentra en el regazo del Padre),
nos lo ha dado a conocer (lo ha declarado/mostrado).
Juan el
Bautista entonces testifico de Jesús cuando al bautizar a las personas las
llamaba al arrepentimiento, y cuando Jesús vino a bautizarse dijo también: 'Este (Jesús) es
del cual yo siempre he estado diciendo que va delante de mí, que es superior a
mí, porque en el tiempo él ha existido antes que yo (aunque en edad Juan era
mayor)'. Asi mismo continua diciendo, que de toda esa llenura que Dios provee, recibimos a través de Jesús gracia
y más gracia, porque la ley (que seguían los judios) fue dada por Moisés y era válida para el Antiguo
Pacto, mientras que la gracia y la verdad fueron creadas por medio de Jesús
para un Nuevo Pacto.
Recordemos que la ley de Moisés establecía una serie de leyes y sacrificios por medio de los cuales el pueblo se purificaba de sus pecados y transgresiones contra Dios. Con Cristo cambia esto. Jesús es el sacrificio eterno y único por el pecado, y el cumplimiento puro de la ley mosaica. Por ende ya no hay que necesidad de seguir con los sacrificios o las reglas mosaicas. Jesús establece un Nuevo Pacto basado en la gracia y la fe. El apóstol Pablo nos recuerda esto al explicar en su carta a los Romanos que "somos salvos por gracia (un regalo inmerecido e incondicional), por medio de la fe (confianza), no por obras, para que nadie se glorie - nadie diga que logro hacerse salvo a si mismo)". De manera que nuestra salvación y justificación ya no dependen de los sacrificios que hagamos o las leyes que cumplamos, sino de aceptar en fe ese regalo incondicional dado por Dios a través de su Hijo Jesús.
Juan continua diciendo entonces que ninguna persona ha visto jamás a Dios cara a cara, que Jesús, que es el único Hijo y a la vez Dios mismo, y que además está en una relación íntima y cercana con el Padre, es quien nos ha dado a conocer a Dios a través de su ejemplo, al ser Dios mismo actuando lo dicho, el plan divino.
Recordemos que la ley de Moisés establecía una serie de leyes y sacrificios por medio de los cuales el pueblo se purificaba de sus pecados y transgresiones contra Dios. Con Cristo cambia esto. Jesús es el sacrificio eterno y único por el pecado, y el cumplimiento puro de la ley mosaica. Por ende ya no hay que necesidad de seguir con los sacrificios o las reglas mosaicas. Jesús establece un Nuevo Pacto basado en la gracia y la fe. El apóstol Pablo nos recuerda esto al explicar en su carta a los Romanos que "somos salvos por gracia (un regalo inmerecido e incondicional), por medio de la fe (confianza), no por obras, para que nadie se glorie - nadie diga que logro hacerse salvo a si mismo)". De manera que nuestra salvación y justificación ya no dependen de los sacrificios que hagamos o las leyes que cumplamos, sino de aceptar en fe ese regalo incondicional dado por Dios a través de su Hijo Jesús.
Juan continua diciendo entonces que ninguna persona ha visto jamás a Dios cara a cara, que Jesús, que es el único Hijo y a la vez Dios mismo, y que además está en una relación íntima y cercana con el Padre, es quien nos ha dado a conocer a Dios a través de su ejemplo, al ser Dios mismo actuando lo dicho, el plan divino.
- Para este
estudio hemos usado la Nueva Versión Internacional. Entre paréntesis están
los posibles significados o traducciones de la palabra original.
- La palabra
‘logos’ fue introducida por Heráclito hacia el año 60 A.C. y estaba
relacionada con el plan divino, que era verbalizado.
- Juan 1:9 Esa …
mundo. Lit. (Esa) era la luz verdadera que alumbra a
todo ser humano(,) que viene (vino) al mundo (cosmos).
- Juan 1:14 habitó.
Lit. puso su carpa. Acampó.
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