lunes, 28 de marzo de 2016

Juan 7:1-13 – Jesús de incognito



Jesús continúa su ministerio a lo largo de diversos sitios en Israel. Pero lo hace de manera sabia y cautelosa como veremos.

Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo (destruirlo).

Jesús es intencional en la manera en que hace las cosas. Cómo sabe que los judíos religiosos pretenden matarle, Jesús planea bien a dónde va y a dónde no.

 Faltaba poco tiempo para (Estaba cerca) la fiesta judía de los Tabernáculos,  así que los hermanos de Jesús le dijeron:

—Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean (disciernan) las obras que realizas, porque nadie que quiera darse a conocer (hacer saber que existe) actúa en secreto (privado). Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca.

La Fiesta de los Tabernáculos, conocida hoy en día como ‘Sucot’, fue instituida por Dios a través de Moisés en Levítico 23:33-43, Números 29:12-39 y Deuteronomio 16:13-17. Se celebra hoy en día todavía en Israel. Para todo judío esta fiesta es obligatoria y representa la protección de Dios a su pueblo durante el tiempo que vivieron en el desierto.

Acá vemos otra vez, que contrario a la creencia católica, Jesús si tiene hermanos, los cuales no creen todavía en él como Hijo de Dios, de acuerdo al relato de Juan. Ellos querían que Jesús se diera a conocer y se hiciera famoso. Lo hacían desconociendo que Jesús no hacía nada sin que el Padre le hubiera guiado y autorizado a ello (como debería ser en nuestra vida también). Sus hermanos creen que Jesús solo busca fama, pero Jesús solo hacía lo que era la voluntad del Padre.

Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían (confiaban) en él.

¿Por qué los hermanos de Jesús no creían en él?

Por eso Jesús les dijo:

—Para ustedes cualquier tiempo es bueno (está listo), pero el tiempo mío aún no ha llegado (no está cerca). El mundo no tiene motivos para aborrecerlos (no puede detestarlos); a mí, sin embargo, me aborrece (detesta) porque yo testifico (soy testigo) que sus obras son malas (hirientes, malvadas). Suban ustedes a la fiesta. Yo no voy todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado (se ha completado).

¿A qué se refiere Jesús con que el mundo le detesta y por qué? ¿A qué con que su tiempo no ha llegado? ¿Cuáles son las obras malas a las que se refiere Jesús?

Dicho esto (Dichas estas cosas), se quedó en Galilea. Sin embargo, después de que sus hermanos se fueron a la fiesta, fue también él, no públicamente sino (como si fuera) en secreto (privado).

¿Le mintió Jesús a sus hermanos o por qué cambia de opinión? ¿Qué buscaba Jesús al ir de incognito?

Por eso las autoridades judías (los judíos) lo buscaban durante la fiesta, y decían: «¿Dónde se habrá metido? (¿Dónde está?)»

¿Cuál era la razón para que las autoridades judías (los religiosos) buscaran a Jesús? ¿Dónde vemos este tipo de reacciones reflejadas hoy en día también?

Entre la multitud (gente) corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona. (Es bueno)» Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña (seduce) a la gente.» Sin embargo, por temor (miedo) a los judíos nadie hablaba de él abiertamente.

¿Qué decía la gente de Jesús? ¿Por qué tenían tanto miedo de las autoridades religiosas? ¿Pasan situaciones similares hoy en día en la iglesia? ¿A que le temen las personas?

Juan 6:22-59 – Jesús, el pan de vida

Después de que Jesús había multiplicado el pan y los peces, las personas que le seguían generaron la expectativa de que Jesús venía a ser el Mesías que esperaban (alguien que les librara del yugo romano y de la pobreza financiera), sin embargo Jesús no vino a liberarlos de ello, sin a liberarlos del yugo y la esclavitud del pecado, y de la pobreza y el hambre espiritual.

Al día siguiente, la multitud que se había quedado en el otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos se habían embarcado solos. Allí había estado una sola barca, y Jesús no había entrado en ella con sus discípulos. Sin embargo, algunas barcas de Tiberíades se aproximaron al lugar donde la gente había comido el pan después de haber dado gracias el Señor. En cuanto la multitud se dio cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm a buscar (Lit. buscar con desespero) a Jesús.

Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron:

—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

Les respondió Jesús y les dijo:

—Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan (desesperadamente), no porque han visto señales (sobrenaturales) sino porque comieron pan hasta llenarse (quedar satisfechos). Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre éste ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.

Gente viene a buscar a Jesús después de enterarse de que les dio de comer a los 5000 del pasaje anterior. Cuando notan que no está allí van a buscarlo desesperadamente en Capernaúm.

Jesús no responde a la pregunta, sino conociendo la verdadera intención de la misma, él les declara porque le están buscando: porque les dio de comer, pero no por los milagros que Jesús pudiera haber hecho.

La palabra ‘pan’ tiene que ver con un molde de pan y viene de una raíz que está relacionada con el contexto en que en el sacerdote levantaba el pan del pacto para bendecirlo.

Dos razones por las cuales buscamos a Dios:

1.      Para ser saciados del hambre que tenemos.

2.      Para ver los milagros que él hace.

Jesús no juzga ninguno de estos dos motivos ni como buenos, ni como malos. Solamente se limita a aclarar cuál debe ser el enfoque de los mismos: él mismo.

Jesús no les dice que dejen de trabajar, sino que les dice que deben de trabajar por aquello que les alimenta espiritualmente y que no se pierde, y que este alimento les iba a ser dado por él mismo (al momento de su muerte y resurrección) y les recuerda de donde viene su autoridad para poder darles esta promesa: el Padre mismo.

—¿Qué tenemos que hacer para realizar (estar comprometidos con) las obras (el trabajo) de Dios? —le preguntaron.

—Ésta es la obra (el trabajo) de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús.

Las personas buscan actividades, reglas, requisitos para hacer la obra de Dios, para cumplirle; pero Jesús les explica que solo hay una cosa que pueden hacer: creer en él.

—¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer (Cuál es tu obra)? —insistieron ellos—. Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer.”

Ahora las personas buscan una señal, un milagro que confirme que él es el Hijo de Dios; quieren ver la obra de Jesús. Ellos usan de ejemplo el pan que le dio Dios en el desierto a los judíos a través de Moisés, pero ignoran completamente la obra mostrada por Jesús al multiplicar los panes el día anterior.

(Éx. 16:4 – Dios manda pan del cielo como prueba de obediencia; Neh. 9:15 – Dios sacia con el pan el hambre; Sal. 78:24,25 – Dios les dio pan hasta que estuvieran llenos). Muy similar a lo que Jesús les responde.

—Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo (Gr. kosmos).

Los judíos atribuían el pan a Moisés, así como hoy muchos atribuyen los milagros a las personas que los realizan, sin entender que el verdadero autor del pan y del milagro es Dios el Padre. Jesús acá empieza a mencionar que él mismo es el pan que baja del cielo para traer vida al cosmos.

—Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.

Las personas, siguiendo con la idea de un pan físico, le piden de ese pan a Jesús.

—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre (perecerá de hambre), y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto (me han puesto cuidado), no creen.

Jesús vuelve y aclara que no se trata de un pan físico, sino que él es el pan; que él es quien les quitará el hambre y la sed espiritual y emocional que tienen. Pero ellos siguen sin creer, sin confiar en él, a pesar de que han visto a Jesús realizar los milagros y enseñar sobre quién es él realmente.

Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no (Lit. nunca) lo rechazo. Porque he bajado (descendí) del cielo no para hacer mi voluntad (determinación, deseo, propósito, inclinación) sino la (voluntad) del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda (no sea destruido completamente) nada de (todo) lo que él me ha dado, sino que lo resucite (lo levante) en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca (discierna) al Hijo y crea (confíe) en él, tenga (agarre/sostenga la) vida eterna, y yo lo resucitaré (levantaré) en el día final.

Jesús aclara que Dios el Padre es el que acerca a las personas a Jesús, y que él nunca les rechaza, porque él hace lo que el Padre desea y no su propio cuento. Aclara que la voluntad es que Jesús no pierda a ninguno de los que el Padre le da, sino que los resucite en el día final. La voluntad del Padre es, que quienes reconozcan quién es el Hijo y crean en él, tengan vida eterna y sean resucitados en el día final.

Tanto judíos como cristianos tenemos el concepto de un día final, en el cual Dios levantará a todos los muertos y los juzgará ante su trono, separando entre los que creyeron en él y los que no.

Entonces los judíos (los religiosos) comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó (descendió) del cielo.» Y se decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?»

Los religiosos si entienden la analogía de Jesús, pero empiezan a criticar a Jesús porque dice que viene del cielo. Como Capernaúm es parte de los sitios en los cuales Jesús se crio de muchacho, ellos conocen a sus padres y por lo tanto no aceptan que Jesús pueda venir del cielo.

—Dejen de murmurar (No murmuren entre ustedes) —replicó Jesús—. Nadie puede venir a mí si no (a menos que) lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.

Jesús le llama la atención a los religiosos y les deja claro que es el Padre el que atrae a Cristo, pero que Cristo es quien resucita, y que fue el Padre quién le envió.

En los profetas está escrito: “A todos los instruirá (enseñará) Dios.” (Isa. 54:13). En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él, viene a mí. Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; sólo él ha visto al Padre. Ciertamente les aseguro que el que cree (confía) tiene vida eterna. Yo soy el (ese) pan de vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto (la soledad), y murieron. Pero éste es el pan que baja del cielo; el que come de él, no muere. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.

Jesús usa al profeta Isaías para reprender a los religiosos con sus enseñanzas que confunden al pueblo, dejando claro que se cumple la profecía de Isaías en la cual dice que Dios mismo iba a enseñar a todos. Jesús deja claro que el que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a Jesús. Y por si las dudas, nadie sino Jesús mismo, que vino del Padre, es el único que le ha visto.

Jesús les recuerda que basta con creer y confiar para tener la vida eterna, y les vuelve a decir que él mismo es ese pan de vida que trae vida, y que él mismo iba a entregar su carne, su cuerpo, para que todos tuvieran vida.

Los judíos comenzaron a disputar (discutir) acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Otra vez los judíos discuten, esta vez pensando en que Jesús está hablando de canibalismo, cuando Jesús todavía sigue hablando en sentido espiritual.

—Ciertamente les aseguro —afirmó Jesús— que si no comen (a menos que coman) la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen (poseen, sostienen) vida en ustedes. El que come (Lit. mastica, traga) mi carne y bebe mi sangre tiene (posee) vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece (habita) en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí (el que me come a mí), vivirá por mí. Éste es el pan que bajó del cielo: no como el que sus antepasados comieron y murieron, sino el que come (mastica) de este pan vivirá para siempre.

Jesús los ignora y les explica que si no aceptan su sacrificio en la cruz y aceptan su obra de salvación no pueden tener vida eterna. Hoy entendemos que también Jesús se estaba refiriendo al símbolo que instituiría antes de su muerte: la Santa Cena, en donde comemos el pan que simboliza la carne de Cristo y bebemos el vino que simboliza su sangre. No es el símbolo el que nos da la salvación y la vida eterna, es la obra de Jesús y el creer y habitar en él y él en nosotros, lo que realmente nos da la vida eterna y la oportunidad de ser resucitados en el día final.

Todo esto lo dijo Jesús mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm.

Jesús aprovechaba cualquier oportunidad para enseñar: él enseñaba en privado y en público; en el campo, en las casas, en el templo judío y en la sinagoga. La sinagoga era el colegio y el sitio de asambleas de los judíos. Los momentos en que Jesús enseñaba allí eran esperados y normales para todo hombre mayor. Jesús se paraba, exponía un pasaje de la Biblia y lo explicaba mientras el resto escuchaba y criticaba o agregaba a la explicación, hasta que se llegara a un consenso de grupo. Muy similar a lo que fue la iglesia primitiva.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Juan 6:16-21 – La fe para caminar sobre el agua


Cuando Jesús termino de hablarle a la multitud, él despide a sus discípulos y a la multitud y se aleja para estar a solas en la montaña para hablar con su Padre, como era su costumbre – Mat. 14:22-23; Mr. 6:45-46.

Cuando ya anochecía, sus discípulos bajaron al lago y subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaúm (específicamente a Betsaida – Mr.6:45). Para entonces ya había oscurecido, y Jesús todavía no se les había unido.
Mientras Jesús terminaba de orar y los discípulos cruzaban el lago, ya en la madrugada, se desató una fuerte tormenta. Los discípulos tenían dificultad para controlar la barca y Jesús los alcanza a ver (¿sobrenaturalmente?) desde la montaña. Por lo cual decide ir al encuentro de ellos – Mr. 6:48. Vemos en este versículo en Marcos que la intención de Jesús era ‘pasarlos de largo’. Es interesante que Marcos mencione esto, ya que en la Biblia encontramos otras referencias a que Dios ‘pasó de largo’. Las 3 menciones en el Antiguo Testamente que se relacionan con Dios ‘pasando de largo’ están también relacionadas con una manifestación de Dios mismo y su poder:
1.      Génesis 18:1-3 – Dios se le aparece personalmente a Abraham y este le pide que no pase de largo. Al continuar el capítulo vemos que Dios no solo se revela a Abraham, sino que también le profetiza el nacimiento de su hijo Isaac (a pesar de tener 100 años de edad) y le consulta sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra.
2.      Éxodo 12:13 – Dios le avisa a Moisés que pasaría de largo para mostrarle al Faraón su poder y destruir a los primogénitos y todos los que no estuvieran bajo la protección de la sangre del cordero.
3.      Éxodo 33:21-23 – Cuando Moisés le pide a Dios que se le revele a él personalmente, Dios le advierte que pasará de largo para que Moisés pueda verle.
En estas tres ocasiones vemos que Dios pasa de largo para revelar quién es y mostrar su poder. Cuando Jesús entonces decide ‘pasar de largo’ a sus discípulos al caminar sobre el agua, es claro que su intención es revelarles a sus discípulos una faceta más de él y de su poder.
Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado (Lit. Y se levantó un fuerte viento). Habrían remado unos cinco o seis kilómetros (Lit. veinticinco o treinta estadios.) cuando vieron (disciernen) que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron.
Pero él les dijo: «No tengan miedo, que soy yo (Lit. ‘Yo soy’).»
Mientras que Marcos y Juan solo mencionan que Jesús se acerca a ellos y les calma cuando estos piensan que era un fantasma, Mateo explica más claramente lo que sucedió entre el momento en que ven a Jesús caminar sobre el agua y el momento en que él se sube a la barca. Según Mateo 14:28-33, cuando Jesús les dice a los discípulos que se tranquilicen porque es él (usando la ya conocida fórmula de ‘yo soy’ que describe a Dios) y no un fantasma lo que ven, la reacción de Pedro es pedir una verificación de que es cierto al darle la orden de ir hacia él. Pedro entendía que si este realmente era Jesús, él podía no solo caminar sobre el agua, sino también ordenarle a Pedro que caminara sobre el agua y este lo podría hacer. Jesús le responde a Pedro y le ordena venir hacia él.
Sabemos que Pedro solía hablar antes de pensar y me puedo imaginar que Pedro de pronto no se esperaba esta respuesta. Sin embargo, Pedro obedece a la palabra de Jesús y termina siendo el único de los discípulos que ha caminado sobre el agua desafiando así la ley de la gravedad. Pedro tuvo la fe que los demás discípulos no tuvieron y se arriesgó a hacer algo que iba contra toda lógica y ciencia. Sin embargo, todo fue bien mientras mantuvo su mirada en Jesús, pero tan pronto como se distrajo mirando alrededor y realizando que había una tormenta a su alrededor, tiene miedo (Mat. 14:30) y empieza a hundirse. Su reacción es muy buena – inmediatamente le pide a Jesús que le salve y Jesús lo hace dejándole en claro que le hizo falta fe, que no debía haber dudado si ya iba muy bien.
Muchas veces nosotros reaccionamos igual que Pedro: le pedimos a Dios que se revele a nosotros, que nos hable y nos diga que hacer, a donde ir, en qué servirle, pero cuando Dios nos responde pidiéndonos hacer algo fuera de la lógica y la razón entonces actuamos o como los otros discípulos, que se quedaron en la seguridad del bote, o como Pedro, que caminó sobre el agua, pero dudó tan pronto vio la tormenta alrededor.
La experiencia de poder ‘caminar sobre el agua’ cuando Dios nos da una orden es la mejor que puede uno tener. Nos acerca a Cristo y nos ayuda a crecer en fe y confianza en él. Pero no es una experiencia fácil. Muchas veces he ‘caminado sobre el agua’ a pesar de las críticas de muchos que cuestionaban la lógica y la razón de mis pasos, pero cada vez que he obedecido a Dios en los pasos que he dado, la bendición ha sido increíble. Hebreos 11:1 describe claramente la fe como la garantía, la esencia de lo se espera, y la certeza de lo que no se ve. Pedro no podía saber si al poner su pie en el agua este se hundiría o no. La lógica y la ciencia dicen que sí, pero Pedro tenía que decidir si le creía a la ciencia o a lo que Jesús le dijo. La relación de Jesús y Pedro fue clave en su decisión. Pedro ya sabía quién era Jesús y sabía que si confiaba en él todo era posible, aún si iba en contra de las leyes naturales.
Cada vez que damos un paso de fe para ir en dirección al llamado de Jesús a ‘caminar sobre el agua’ confiando en él, debemos mantener nuestra mirada en Jesús, sabiendo que solo podemos caminar sobre el agua por él, más no por nuestras propias fuerzas. Si desviamos la mirada de él, dejaremos de ver Su poder y comenzaremos a ver las tormentas a nuestro alrededor. ‘Caminar sobre el agua’ con Jesús es un proceso de aprendizaje. Las primeras veces tenderemos mucho más a mirar hacia los lados que hacia Jesús, pero en la medida en que aprendemos a mantener nuestra mirada más y más enfocada en Cristo, menos duda y temor habrá en nosotros y más seguridad tendremos al caminar.
Lo bueno de todo, es que aún si dudamos y empezamos a hundirnos en la tormenta, solo basta pedirle a Jesús que nos ayude y él inmediatamente está allí para tendernos la mano y evitar que nos ahoguemos.
Así que se dispusieron a recibirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían.

Dos milagros suceden tan pronto Jesús y Pedro regresan a la barca:

1.      La tormenta y el viento se calman inmediatamente – Mat.14:32

2.      La barca llega de inmediato a la orilla a pesar de que durante la caminada de Pedro se encontraban todavía a mitad del lago.

Según Mateo, solo hasta este momento los demás discípulos reconocen el poder de Dios. Pedro lo había reconocido antes y pudo vivenciar algo que ninguno más de los discípulos experimento jamás.

¿Qué tipo de discípulo eres tú? Jesús te llama a ‘caminar con él sobre el agua’, ¿confías en él? ¿Estás dispuesto como Pedro a colocar tu mirada en él y caminar hacia él a pesar de que lo que te está pidiendo va contra la lógica y la razón? ¿A pesar de que implique que otros te rechacen, persigan y critiquen? O, ¿eres más como el resto de discípulos que prefirió la comodidad del bote al contacto con el agua fría del lago?

Solo Pedro tuvo el privilegio de vivenciar las bendiciones y la dimensión sobre natural de Dios, y todo porque puso su mirada en Jesús y obedeció a su llamado. Los demás discípulos su vieron el poder de Dios manifestarse, pero no lo experimentaron en sí mismos como lo hizo Pedro. ¿Quién crees tú que aprendió más sobre la fe al final?

viernes, 1 de agosto de 2014

Juan 6:1-15 – Jesús multiplica los alimentos sobrenaturalmente

Después de todas las cosas que ya Jesús había explicado, él y sus discípulos comienzan a recorrer varios lugares haciendo la obra de Dios y declarando las buenas nuevas de salvación.

Este pasaje se encuentra también en Mateo 14:13 al 21, Marcos 6:32 al 44 y Lucas 9:10 al 17. Para una mejor comprensión del mismo, sugiero leer estos textos paralelos.

(Después de estas cosas…) Algún tiempo después, Jesús se fue (cruzó) a la otra orilla del mar de Galilea (o de Tiberíades). Y mucha gente (una gran multitud) lo seguía (le acompañaba), porque veían (discernían) las señales milagrosas que hacía en los enfermos.

De acuerdo al texto en Mateo, Jesús va a este sitio después de escuchar sobre la muerte de Juan el Bautista, quién había sido decapitado por Herodes. Allá lo encuentra la gente después de estar buscándolo por todo lado.

De acuerdo a Marcos y Lucas Jesús se retira a este sitio después de que los discípulos habían regresado de una misión que él les había encomendado.

Mucha gente empezó a seguir a Jesús y sus discípulos. ¿Por qué le seguían? ¿Cuál era la motivación para seguirle? De acuerdo a lo que vemos acá, vemos que le seguían por las señales que hacían, pero no porque estuvieran convencidos de que era el Hijo de Dios.

Muchos supuestos creyentes en las iglesias cristianas hoy en día son iguales. Siguen a pastores, líderes y supuestamente a Jesús, pero lo único que esperan es recibir su milagrito, pero no asumir un compromiso con Dios.

La diferencia entre la multitud y los discípulos consistía en que estos últimos seguían a Jesús porque estaban plenamente convencidos de que este era el Hijo de Dios, porque habían sido llamados por él a seguirle y porque no esperaban algo a cambio fuera del privilegio de ser entrenados por él.

Es triste que hoy en día muchas personas que se llaman a sí mismas cristianas, realmente no estén interesadas en seguir a Cristo mismo, sino que solamente andan detrás de sus milagros y bendiciones. Es por eso que la iglesia se ha corrompido. Si los que se llaman a sí mismos creyentes de Jesucristo entendieran que Cristo es más importante y central que los milagros y bendiciones que podamos obtener de él, y si entraran en una relación íntima y personal con él, entonces veríamos no solo milagros ocurrir, sino principalmente vidas, hogares, empresas, iglesias, ciudades y países cambiados, y experimentaríamos el avivamiento que tanto anhelamos.

Entonces subió Jesús a una colina (montaña) y se sentó con sus discípulos. Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua. (Estaba cerca la Pascua, el festival de los judíos).

Había pasado ya aproximadamente un año desde la primera visita de Cristo a Jerusalén después de su bautismo. Jesús usa este tiempo para enseñarle a la multitud sobre él y lo que los profetas habían dicho de él, pero también sobre cómo llevar una vida que agrada a Dios, como podemos ver en las referencias paralelas de este pasaje, y que se encuentran en los otros evangelios.

Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, le dijo a Felipe:
—¿Dónde vamos a comprar (mercar) pan para que coma esta gente (coman estos)?
Esto lo dijo sólo para ponerlo a prueba (hacer un test, evaluar), porque él ya sabía lo que iba a hacer.

Jesús alza los ojos y ve a toda esta gente viniendo hacia él, deseosos de escuchar lo que tiene que decir, con mucha hambre y sed espiritual, y entonces decide usar este momento para poner a prueba a Felipe. Los demás discípulos estaban allí presentes también, por lo cual el test seguramente era para todos ellos simultáneamente.

De acuerdo a Marcos, Jesús tiene compasión de ellos y comienza a enseñarles muchas cosas. De acuerdo a Lucas y Mateo les enseña sobre el reino de Dios y también sanó a los enfermos.

¿Por qué testea Jesús a Felipe, especialmente si él ya sabía qué hacer? Jesús quería mostrarles a sus discípulos como actúa la fe. Esta era una lección más de su entrenamiento con ellos.

¿Cómo es que Jesús ya sabía qué hacer? Como hemos visto en los capítulos anteriores, Jesús hacia lo que veía al Padre hacer. Él ya había visto al Padre, ya sabía que Dios iba a proveer de esta forma.

—Ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan (Lit. Doscientos denarios de pan no serían suficientes) para darle un pedazo a cada uno (para que cada uno tenga un pedazo chiquito) —respondió Felipe.

¿Qué denota la respuesta de Felipe? La respuesta de Felipe se basa en la situación actual y la razón: sencillamente no alcanza la plata. Felipe demuestra que todavía no comprende el poder creador de Dios y razona según su mente y experiencia humana. Él no comprende que existe un mundo sobrenatural que no se rige por las leyes naturales.

Muchos cristianos son como Felipe, no creen que Dios pueda hacer algo sobrenatural y tratan de explicar todos los posibles milagros de manera natural, usando la razón. Pero como veremos, hay milagros que no tienen una explicación natural.

Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo:
—Aquí hay un muchacho (niño pequeño) que tiene cinco panes de cebada y dos pescados (ya preparados y cocidos), pero ¿qué es esto para tanta gente?

Vemos que Andrés tiene otra reacción diferente. Él trae a un niño que tiene algo de comida. ¿Qué demuestra la intervención de Andrés? No sabemos si Andrés creía que algún milagro podría suceder, pero si vemos que por lo menos estaba abierto a que algo sobrenatural sucediera, pues trae al niño aunque reconoce que en lo natural, lo que tienen a mano no alcanzaría para todos. ¿En qué se diferencia con la respuesta de Felipe? Felipe actúa más guiado por la lógica a la razón; Andrés en cambio demuestra que a pesar de que la razón y la lógica son importantes, se le debe dar un lugar a lo sobrenatural, para así poder vivenciarlo.

¿Qué papel juega el niño en todo esto? ¿Cuál es su actitud? Aunque este pasaje no menciona de donde salió este niño, ni como llego Andrés a enterarse de que el niño tenía los panes, personalmente creo que el niño al escuchar el dilema de los discípulos, pudo ser quien ofreciera lo que tenía a la mano. ¿Por qué ofrece él lo que tiene? Al observar a los niños y a mis propias hijas he notado que la mayoría de las veces los niños responden ante una necesidad ofreciendo inmediatamente algo para ayudar a solucionar las cosas, sin esperar nada a cambio, sin siquiera saber si lo que ofrecen sirve o tiene lógica. Pienso que acá pudo haber pasado lo mismo: el chico escucho que tenían ese dilema y recordó que tenía algo de comida consigo, así que en su deseo la ofrece para ayudar, sin pensar en la lógica de ello. Él sencillamente tiene fe, en que lo que está ofreciendo sirve para ayudar. Esa es la fe de la que Jesús habla como necesaria para entrar al reino de los cielos.

—Hagan que se sienten (se recuesten) todos (los seres humanos) —ordenó Jesús.

¿Cuál es la respuesta de Jesús ante las reacciones de ellos? Jesús sencillamente sigue adelante y actúa como si todo ya estuviera resuelto, y ordena que todos se sienten como para comer.

En ese lugar había (existía) mucha hierba (vegetación). Así que se sentaron (recostaron), y los varones adultos eran como cinco mil.

Como había mucha vegetación, era un buen sitio para recostarse para el ‘picnic’. Habría buena sombra y estarían cómodos. En ese entonces las personas se recostaban para comer. Había allí 5000 hombres según este pasaje, más las mujeres y los menores, ósea que en total podrían haber sido aproximadamente unas 12 a 15mil personas. Lo interesante de esto es que Jesús jamás los convocó acá, ni anunció una gran campaña de evangelismo y sanidades, ni nada similar. Esta gente sencillamente seguía a Jesús por quién él era y porque tenían hambre y sed del alimento espiritual que él ofrecía. En todas las oportunidades que Jesús tuvo con multitudes para formar un gran movimiento y una mega-iglesia, jamás uso una de estas circunstancias para ello. En cambio uso un momento en privado con sus discípulos para establecer su iglesia (su eclesia). Jesús nunca pretendió que la iglesia fuera una institución con cientos de personas, él deseaba un pueblo, una comunidad enfocada en él y no en sus bendiciones.

Jesús tomó entonces los panes (moldes de pan), dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados (recostados) todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.

¿Por qué reparte Jesús los panes y los peces? Jesús sigue entrenando a sus discípulos al mostrar su liderazgo de servicio. Probablemente no repartió solo los panes; sus discípulos seguramente ayudaron, pero vemos acá que Jesús toma la iniciativa de repartir, mostrando que él no vino a ser servido, sino a servir. Comparado con las mega-iglesias, ¿cuántos de esos pastores y líderes se habrían bajado de su podio a servirles a las personas? En mi experiencia personal diría que ninguno lo habría hecho… para eso están los ujieres.

Una vez que quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos:
—Recojan (recolecten) los pedazos que sobraron (sobreabundaron), para que no se desperdicie (dañe) nada.

¿Por qué pone Jesús a los discípulos a recoger sobrantes? Jesús seguramente desea que sus discípulos sean los primeros en reconocer el milagro de primera mano para edificar la fe de ellos al darse cuenta que Dios había multiplicado los alimentos. Ellos y el niño eran los únicos que sabían hasta ese momento de los 5 panes y los 2 peces.

Es interesante también notar que a Jesús le preocupa que existan desperdicios y que se dañe la comida sobrante. ¿Por qué? Dios no desperdicia nada. No sabemos qué uso se le dio acá a las sobras, pero podemos imaginar basados en la naturaleza y el carácter de Dios, que algo se le debió haber devuelto al niño que dio de lo suyo y que otra parte debió haber ido a quienes no tenían nada.
Veo otra cosa más en este pasaje. A pesar de que Jesús vivía ‘por fe’, no vemos que pida alguna ofrenda o diezmo de ningún tipo. En ningún momento durante todo su tiempo de ministerio Jesús pidió ofrendas o diezmos para financiar su ministerio. Sabemos que parte de su ministerio se financiaba con lo que él mismo había ganado como carpintero y que otra parte eran ofrendas voluntarias, no públicas, no pedidas, de algunas de las mujeres que le seguían.

Así lo hicieron (recolectaron entonces todo), y con los pedazos de los cinco panes de cebada que les sobraron (sobreabundaron) a los que habían comido, llenaron (completamente) doce canastas (pequeñas).

¿Qué pasó con los sobrantes? Después de recogerlos seguramente se le devolvió algo al niño y el resto posiblemente se les habrá dado a los pobres y quienes tuviesen necesidad.

¿Cuál fue el milagro? El milagro fue de provisión. Jesús demostró que Dios puede proveer todo lo que necesitemos, que de lo poquito que tengamos y que pongamos a Su disposición, Él puede hacer tan abundantemente, que sobreabundará, no solo satisfaciendo nuestra necesidad, sino dejando suficiente como para dar de lo que sobreabunde a otros.

¿Qué quería enseñar Jesús con este milagro? Creo que tanto al pueblo como a los discípulos quería enseñarles que podían confiar plenamente en él y descansar en la esperanza de que él siempre tiene todo bajo control.

¿Con qué milagro en el Antiguo Testamento podía ser comparado? Con el del maná durante los 40 años en el desierto. Tampoco había suficientes alimentos, pero Dios hace un milagro proveyendo lo que necesitaban para cada día. El objetivo era también que Su pueblo aprendiera a confiar completamente en él para todo lo que necesitaran.

Al ver (aquellas personas) la señal que (Jesús) había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad (verdaderamente) éste es el profeta, el que ha de venir al mundo.»

¿Cuál fue la reacción de la gente al ver el milagro? Las personas allí reconocen que ese milagro solo puede haber sido hecho por el Mesías que tanto esperaban. Sin embargo, es interesante que ellos no reconocen en Jesús al Hijo de Dios, sino que le ponen en la categoría de un profeta. Es por ello que no entienden realmente a lo que vino Jesús y confunden las cosas come vemos en el pasaje siguiente…

Pero Jesús (Por ende Jesús), dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo (hacerlo) rey (soberano), se retiró de nuevo a la montaña él solo.

¿Cómo reacciona Jesús ante la gente? Las personas pensaron entonces que el Mesías que venía, estaba allí para liberarlos del yugo romano, y por ende pensaron que si Jesús era ese Mesías o profeta esperado, entonces él al ser declarado rey por ellos, probablemente reuniría a un gran ejército para pelear contra los romanos y librarlos de ellos. Por ello Jesús decide irse y permanecer solo un tiempo.

¿Qué estaba mal en lo que la gente pensaba hacer? Es triste que a pesar de seguir constantemente a Jesús y haberle escuchado en varias ocasiones hablar de sus verdaderos propósitos y de lo que para él era el reino de Dios, la gente siguiera sin darse cuenta que Jesús estaba hablando de un reino espiritual y de una libertad de un yugo no físico.

¿Por qué Jesús se va solo a la montaña? Jesús seguramente quiere pasar tiempo a solas con su Padre, como era su costumbre, y de seguro también para lidiar con los sentimientos que pudieran haberse generado al verse exaltado por la multitud. Él necesitaba volver a enfocarse en su misión y pasar tiempo en conversación con su Padre para estar seguro de cómo seguir adelante. Nosotros deberíamos tener la misma actitud de Jesús, de estar siempre, aun (o especialmente) después de un momento espiritualmente fuerte, enfocados en lo que el Padre nos quiera decir y en la misión que él nos ha encomendado.

¿Qué hacen los discípulos mientras tanto? Por el pasaje siguiente podemos deducir que los discípulos no acompañaron a Jesús a la montaña. Posiblemente ellos se quedaron atendiendo a la gente y encargándose de entregar los sobrantes a quienes Jesús les hubiera encomendado.