lunes, 28 de marzo de 2016

Juan 12:37-50 – Incredulidad y fe en Cristo


Jesús sigue enseñando en Jerusalén. Algunos creen y otros no.

A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales en presencia de ellos, todavía no creían en él (Pero él había hecho tantos milagros en frente de ellos, y no tenían fe (confiaban) en él). Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías (Isa.53:1) - (Para que lo dicho (gr. logos)  por Isaías, el profeta, se cumpliera; quién dijo):

«Señor, ¿quién ha creído (tenido fe, confiado) a nuestro mensaje (reporte),
    y a quién se le ha revelado el poder del Señor (y el brazo del Señor, a quién se le ha revelado (quitarle la cubierta))?»

Por eso no podían (ser capaz, ser posible) creer (tener fe, confiar), pues también había dicho (de nuevo dijo) Isaías (Isa.6:10):

«Les ha cegado (obscurecido) los ojos (su visión)
    y endurecido (petrificado) el (su) corazón,
para que no vean (conozcan) con los ojos,
    ni entiendan (ejercitar la mente, observar, comprender) con el corazón
    ni se conviertan (dar un giro completo); y yo los sane (cure).»

Esto lo (Estas cosas las) dijo Isaías porque vio (conoció) la gloria de Jesús (suya) y habló de (sobre) él.

¿Qué pasaba a pesar de todas las señales que Jesús hizo en los últimos 3 y medio años de su vida? ¿Por qué la gente no creía a pesar de todo lo que habían visto?

¿Qué había profetizado Isaías unos 400 años antes de Cristo?

De acuerdo a Isaías, ¿por qué no podían creer?

¿Qué significa que la visión se haya oscurecido y el corazón petrificado?

¿Por qué les paso eso?

¿Por qué profetizo Isaías todo esto? ¿Cómo es esto posible?

Sin embargo, muchos de ellos, incluso de entre los jefes (también entre los primeros, muchos), creyeron (tener fe, confiar) en él, pero (por causa de los fariseos) no lo confesaban (gr. homologeo: consentir, estar de acuerdo) porque temían que los fariseos (para que no) los expulsaran de la sinagoga (fueran excomulgados). Preferían recibir (Porque amaban (gr. agapao: amor incondicional) la gloria) honores de los hombres más que de parte (la gloria) de Dios.

¿Por qué algunos que si creyeron, no lo declaraban públicamente? ¿Cuáles cosas les frenaban?

¿Qué implica esto para nosotros en cuanto a nuestra propia fe? ¿Qué me frena a mí?

¿Cómo podemos demostrar públicamente nuestra fe?

«El que cree (tiene fe, confía) en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no sólo en mí sino en el que me envió. Y el que me ve (discernir) a mí, ve al que me envió. Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva (esté, habite) en tinieblas (oscuridad).

¿Qué pasa con el que cree en Jesús y le discierne?

¿Para qué vino Jesús?

¿Quiénes son los que no viven en oscuridad?

»Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece (guarda, preserva), no seré yo quien lo juzgue (condene); pues no vine a juzgar (condenar, castigar) al mundo sino a salvarlo (liberarlo, protegerlo). El que me rechaza (poner aparte, desestimar) y no acepta (toma) mis palabras tiene quien lo juzgue (condene, castigue). La palabra (gr. logos) que yo he proclamado (dicho, esa misma) lo condenará (juzgar) en el día final.


¿Qué pasa con el que escucha lo que Jesús dice y no lo hace?


¿A qué vino Jesús al mundo?


¿Quién o qué juzga y condena al que rechaza a Jesús?


¿Cuáles son las palabras que Jesús ha proclamado?


(Por qué) Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me ordenó (dio el mandato de) qué decir y cómo decirlo (y qué hablar). Y sé (veo, conozco) muy bien que su mandato (orden) es vida eterna (perpetua). Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir (dicho).»


¿A nombre de quién habló Jesús? ¿Cómo sabía que hablar y que decir?


¿Cuál es el mandato del Padre?


¿Qué es lo que dice Jesús?


¿Qué implica para nosotros todo esto?

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